Yo no sé si un pederasta depredador sexual nace o se hace. No me importa. Sólo importa que no estén libres. No me importa que la cárcel no les rehabilite, pero sí me preocupan los imbéciles descerebrados que creen que se rehabilitarán mejor en la calle.
La cárcel no será el camino para ellos, pero su camino me importa un carajo. Tan poco como me importa su pasado de abusado, o sus circunstancias psiquiátricas. Nadie que ver si es víctima de la sociedad, de sus genes o de una líbido con unas reglas de funcionamiento muy peculiares y personales. No estoy de acuerdo con que se les tape la cara ni se les proteja la identidad privada. Me parece inmundo y dictatorial que un personaje público como una periodista mediática -véase el titular de esta entrada- declare "que jamás se modificará en España la cadena perpetua para los delitos sexuales". Quién coño es ella para decir semejante cosa, y menos al padre de una niña asesinada. Que le carguen a la cuenta los ataúdes infantiles que se compren como consecuencia de la circunstancia que ella defiende.
Entretanto no está claro que los depredadores se rehabiliten-más bien se tiene claro que nunca lo hacen -, entretanto no sepamos de dónde nos invaden los ratones metamos un gato en casa. Ni siquiera se pide matarlos, sino retenerlos y que no sean ellos los que maten.
Algo tan fácil de comprender, que sólo lo explica la locura del endiosamiento mediático y el orgullo de no dar pa' trás ante la cagada intelectual.
Con mucha frecuencia me sorprende la calidad mostrada en temas serios por periodistas basura en las raras cincunstancias que se les pide parecer, no los periodistas estrella, sino los que normalmente se ganan la vida con lo peor de los cotilleos barrio-bajeros. Otra cosa que me deja boquiabierto es la sensatez y el comedimiento de los más mierdas de Gran Hermano, una vez que termina su pataleta por entrar en el círculo mediático. Creo que el paso a la fama y al candelero está regulado por el amiguismo, y que mucho talento reside fuera.
Pero la fama con frecuencia destruye, cuando el ego vuelve a demandar protagonismo. Salvo en raras ocasiones, ocurre con la fama lo mismo que con las sociedades humanas: se pudren en el mismo momento en que se constituyen. Los intereses y la corrupción respecto a los objetivos originales de denuncia y resolución de problemas.
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