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Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

martes, 27 de abril de 2010

Pirañas en la pecera.


Tenemos los cubanos la maldita manía de estarnos picando y señalando como sospechosos de trabajar o de escribir para servicio del régimen castrista.

Por culpa de eso siempre nos toca impactar menos contundentemente al denunciar no importa cual delito de Castro, sea su lujoso estilo de vida a costa del sudor del pueblo- la mayor parte de habaneros viviendo en ruinas con suministros intermitentes de  agua y luz –o sea cómo él ordena “terminar” * los embarazos bajo sospecha médica para evitar una entrada en el asiento de estadísticas de mortalidad neonatal.

No importa la evidencia gráfica o audiovisual, somos presas fáciles para la propaganda castrista que señala sempiternos y oscuros complots de la C.I.A. para desacreditarle.

¿Cuántos saben de los 26 fallecidos de hambre y frío en un hospital psiquiátrico de La Habana sito en un área con microclima- cercana a Rancho Boyeros, el aeropuerto- el pasado mes de enero de 2010? ¿¿a qué otro país le dejarían pasar ésa??

¿Por qué mejor no concentrar las fuerzas en denunciar estas cosas en inglés, nosotros que somos los que podemos usar la herramienta de la comunicación para hacernos con el trabajo de los periodistas independientes que arriesgan su libertad en Cuba?

 

¡Pero ni modo! En vez de eso, criamos un número cada vez mayor de pirañas en la pecera, arrancando mordiscos de notoriedad por aquí y por allá, siendo –muchos de nosotros-críticos con mujeres valientes como Yoani Sánchez, cuyo blog puede leerse en varios idiomas gracias a su calidad.

Es la hora de la unidad, y no de regalarnos en lo que denomino la maldición genéticas de la envidia y de los celos. Nos ha divido ya y seguirá dividiéndonos ahora : una maldición que Castro sabe manipular muy bien para ventaja suya y supervivencia, haciéndose pasar por un David atacado por el monstruoso Goliat : los Estados Unidos y nosotros los exiliados estúpidos.

*Gracias a esa estrategia, la tasa de mortalidad neonatal norteamericana es de 6 mientras la nuestra es de 4.7. Con frecuencia esos fetos a los que se practica la necropsia se les inscribe como niños sanos y viables en el libro, diferente del de los muertos post parto.
Sin embargo existen casos como el del doctor- y vice director Arturo González Núñez- que  realizó una cesaria abortiva en un feto de 36 semanas y resultó denunciado por la madre, la cual de algún modo se las ingenió para saber que lo de su hijo era pericarditis, perfectamente reversible y tratable, y le denunció públicamente. Resultó sentenciado a 30 años por no haber llevado a cabo su labor según la normativa cubana, eso es, no haberse preocupado de incinerarlo inmediatamente  después de la autopsia, tal cual es la práctica al uso impuesta rigurosamente en Cuba.

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