El esbirro no es un ser nato, es formado.
El esbirro no es un traidor, por el contrario, es un ser fiel a un ideal, al que se le motiva a delatar por iniciativa propia.
Cualquier esbirro de ayer lo podemos ver hoy en Miami, denunciando por dinero, no porque se haya vuelto materialista de repente, sino por compensarse a sí mismo, como si con ellos lograra finalmente el pago por el tiempo que estuvo engañado. Claro que no todos los esbirros viven en el engaño, y algunos abandonan su carrera por injusticias el seno de la intrincada cloaca que es su hábitat. Ese es el ex esbirro malo.
Todos los ex esbirros juran que nunca hicieron mal a nadie, que se limitaba a cumplir órdenes.
La excusa más vieja del mundo, que es parte de todo ejército para exigir la obediencia y descargar la conciencia del ejecutor, seamos justos en esto.
El problema es cuando el mal atañe a la misma raíz del problema represor. Así, cuando dicen mal, yo espero se refieran a levantar falsos testimonios y fabricar pruebas incriminatorias. Pero por lo injusto del sistema, hacían mal hasta cuando delataban sin faltar a la verdad.
Yo no sé si debe perdonarse a un esbirro, Fidel nunca los perdonó, e incluso fabricó los esbirros falsos que le convino para depurar enemigos y sombras que obstruyeran su impunidad total.
Pero nosotros, los supuestos perros gusanos asalariados de la C.I.A ( que trabajamos de sol a sol para comer y pagar la hipoteca, a ver qué mafioso lo hace ) estamos perdonando a día de hoy a los esbirros, como un juego de capturados de guerra, más bien entregados espontáneos, un juego de "déjalo que hable y cuente todo lo que sabe antes de ajusticiarlo", pero no los ajusticiamos. Por los platós de TV pululan ex secretarios de Raúl, ex mayores del ejército, ex nueras de Tutankastro, cada cual con su versión de "cuando me di cuenta", señalando la corrupción interna como leit motiv. Nunca mencionan cómo la putrefacción real era la idea misma dela pirámide privilegiada y nepótica del poder del cual ellos todos eran parte. Quizá se autojustificaban pensando que ellos lo merecían por ser, al final, las mentes organizadoras de la revolución. El problema, lo que los deconstruye y atomiza, es que la revolución dejó de ser buena y bella y útil hace muchas décadas, a nivel de calle, de obrero, de fábrica, de bodega, de prensa, de escuela libre, de justicia social y racial, de igualdad económica, y sin podérsele achacar al embargo yanqui. Esas cosas ellos no podían dejar de verlas, no me lo creo, como no creo a los nazis cuando dicen no haber sabido lo que ocurría en los campos e exterminio.
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