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martes, 27 de abril de 2010

Del talento en las crisis y las crisis del talento.

Sabido es que las crisis generan talento. Ambas cosas fueron de la mano en España tras la pérdida de las colonias, que literariamente conllevó un enriquecimiento muy notable. Se conocen casos de autores que perdieron su magia y su valía al trocar el acoso ideológico por las mieles de libertad del exilio. Algunos por estar muy ocupados en recuperar su vida, otros por apoltronarse en los premios y reconocimientos y el vivir del cuento, del cuento mal escrito, o una mezcla de ambas cosas. Este fue el triste caso de Zoé Valdés, autora de otrora maravillosos libros como La nada cotidiana.Y no se trata de mi sola opinión. He aquí algunas pruebas concretas :

  • En la p. 62 :“En La Habana, las solteras, casadas, viudas, y prostitutas se derriten ante su presencia, su celebridad se ha extendido hasta Cienfuegos "  Estas líneas ya parecen resumir la desastrosa elaboración del texto. En primer lugar, se menciona la existencia de Cienfuegos. Recordemos que la novela se desarrolla entre 1690 y 1720. Lamentablemente, la fundación de la villa de Cienfuegos no ocurre hasta el 22 de abril de 1819.
  • Otro gazapo histórico ocurre en la p. 38, cuando se dice: “Margaret Jane le informó de que el chico no salía de una enfermedad para entrar en otra, contagiado en permanencia de cualquier virus imprevisible”. Voy a pasar por alto la pésima redacción de la frase, pero no puedo dejar de señalar que en 1690 nadie tenía la menor idea de lo que eran los virus. Ni siquiera existía la palabra, que se inventó dos siglos después, en 1895. 
  • Una violación absoluta de las leyes físicas del universo se produce en la p. 157, cuando un barco choca contra una roca que flota. Literalmente, el texto dice: “el galeón trastabilló, fallando en su rielar monótono; chocó con un fragmento flotante desprendido de una roca…

    Bueno, lo de las rocas no hay lugar metal ni geográfico que lo disculpe, pero para ver más :


"Lobas de mar, o sea, hablando boberías" por Nuncio Hernández Valle.

Me ha sorprendido leer críticas muy positivas del último trabajo musical de Silvio Rodríguez, salidas de perfectos adversarios ideológicos del sibilino autor. No he oído el CD y dudo que me gaste un céntimo en comprarlo ni un byte en bajármelo de internet, pero sí que me ha hecho preguntarme si la calidad anunciada será un indicio de que Silvio vive en crisis moral o bajo presión interna y externa para cuestionarse y expresar, entre notas y líneas, sus interrogatorios propios a la realidad, asentada en su cesto como perro que se echa decidido a ignorar las pulgas de la duda por cansancio, por agotamiento de ideas, y por limitación temporal. Eso mismo hacemos todos en sucesivas etapas de la vida, con la religión, con el amor, con los amantes y cónyuges...

Las obras de un sicario son indefectiblemente malas, sean populares o rítmicas como Carlos Puebla, pero Silvio ha mantenido una ambiguedad muy hábil en al unas piezas, e incluso en las más apologéticas y entreguistas un "artistaje" de emocionante convicción lírica que me hace sentir más que nauseas lástima, aquella que nos inspira el niño que se creyó que la luna era de queso.

Otra persona sobre la que me pregunto es Yoani Sánchez. ¿Mantendrá cuando caiga el castrismo su capacidad de síntesis, su implacabilidad aparentemente dejada, brillantemente humilde?

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