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jueves, 22 de marzo de 2012

José Bretón, llamado "padre de los niños de Córdoba" y su mujer son como dos gotas de agua.

Debo meterme en la cabeza del castigador para entenderlo. Quitando la diferencia en lo respectivo a la desaparición de los niños, de la que él por supuesto es  autor y por supuesto así ñel mismo ha querido que se adivine, ambos cónyuges evidencian la misma terquedad, cabezonería y orgullo desafiante y temerario en la mirada.
Me recuerdan a mi tía que decía a su madre, 'pégame más duro que no me duele', y hablo de ortigas en sus nalgas desnudas.
El error de Ruth fue enfrentarse a un rival igual de duro que ella sin las mismas armas, porque hasta quince veces rechazó sus llamadas telefónicas. Jose Bretón hasta quince se tomaría aquello como no me interesas tú ni lo que tengas que decirme o amenaces con hacerme. En su orgullo vio quince firmas de aceptando cualquier cosa menos oirlo. Quizá en la última llamada le habría dicho, te vas a quedar sin los niños, pero quizá no. Eso se hace y no se dice nada .Calladito la boca.
Un hombre acepta muy mal que una mujer lo mande a la mierda y le echen encima una maquinaria de saqueo económico en forma de hijos nacidos. Yo creo que Jose Bretón consideró eliminar la causa por él mismo creada de ese saqueo. Yo creo que los mató. Y creo que castigo en el orgullo de su mujer el suyo mismo. Creo que es un cabrón explicable y creo está logrando que la madre se sienta culpable de lo que ocurrió de ese modo horrible. Pero le cuesta. Sin emoción alguna declara ella una y otra vez que él sabrá lo que hizo con ellos, y cuando dice mis hijos a mí me suena raro, raro, raro. Algo une a esos dos que se me escapa, y algo les une  ahora además que ningún divorcio puede separar. Y esa guerra particular la ha ganado José Bretón, aunque le hallasen culpable y no saliera jamás de la cárcel, cosa que dudo.
Yo no creo en la emociones de ninguno de esos dos respecto a los niños, ni tampoco en la portavoz inusitada del trío mediático amiguita de la madre.