Montaner tuvo el valor de criticar el fidelismo en la España de los 80, cuando Fidel había que tener valor porque ante la opinión pública aun Fidel tenía credibilidad.
Montaner es razonable, muy inteligente, sensato, y demasiado lúcido para que lo enrolle Silvio, el que sueña con serpientes pero les ha guardado el nido toda su vida.
No recuerdo haber leido en años semejante ridiculez como acusar a Montaner de la mala imagen que Fidel se ha labrado él solito, ya que encima, Montaner es demasiado comedido y conciliador en sus enumeraciones de las bestialidades del régimen, y jamás ha cedido al deseo de un insulto o de una mentira.
Silvio podrá poser la sensibiliad e intuición de las musas líricas, pero eso no impidió a un Pablo Neruda llamar a su propia hija enferma , a la que decidió abandonar en el olvido económico y afectivo, sólo porque le salió deficiente mental: Malva Marina. Y escribió de ella “Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos”; en otro párrafo dice: “La chica se moría, no lloraba, no dormía; había que darle comida con sonda, con cucharita, con inyecciones y pasábamos las noches enteras, el día entero, la semana, sin dormir, llamando médico, corriendo a las abominables casas de ortopedia donde venden espantosos biberones, balanzas, vasos medicinales, embudos llenos de grados y reglamentos. Tú puedes imaginar cuánto he sufrido”.
Ese era el verdadero rostro de este poeta comunista y amante de la buena vida burguesa, adulador de dictadores, proclive a arrimarse a arboles que le dieran buena sombra.Y están los vergonzosos poemas de alabanza que Neruda le escribió a Stalin, el mayor carnicero de la historia mundial tras Mao, o a Fulgencio Batista, claro, antes de “decidirse” a favor del siguiente dictador de Cuba, Fidel.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario