Una de mis amistades españolas me soltó:
-Los cuatro blancos que quedan en Cuba calladitos, los otros en Miami, y los negros luchando.
"Desluenguada" -pensé al instante- "Ignorante, pobrecita, déjala, no le digas nada"
Pero luego decidí contarle la historia de Amanda Echevarría, a esta española siempre muy receptiva a las anécdotas. Le hablé de la primera negra totí cubana que conocí en Miami al cabo de diez años. En aquel mismo momento se lo dije a Amanda y nos emocionamos.
Acababan de darle un "memo" de despido inminente en el Jackson Memorial Hospital, a esta enfermera sin titulación ni inglés que trabajaba haciendo camas, por haber introducido comida de su casa en el hospital: concretamente se la acusaba de haber dado congrí a un enfermo terminal de SIDA. Si bien el resto de nuestra relación en los lunch hours se basó en sus preguntas insaciables sobre Miami, en su familia en Cuba, la imposibilidad práctica de revalidar su título examinándose en inglés y señalando en esa lengua los mil nombres del instrumental quirúrgico ( ella, que era incapaz de pronunciar scissors tijeras), el tema volvía recurrentemente al color de la piel en los dos países. Se quejaba de lo crecidas que estaban las negronas americanas con ellas.Triplemente rivales decía, porque mujer no soporta a mujer, y encima negra (pero no vaga como las yanquis) y ladrándose en idiomas distintos.
Un día ella recordó nuestro encuentro y mi frase espontánea y me explicó los siguiente.Sistemáticamente le habían tres veces negado la salida, perdiendo papeles, poniéndole trabas, exigiéndole imposibles. Dice que, una vez, ya la metieron "en un cuartico" y un compañero la avisó del triste destino de los negros en USA, amarrados por el narigón, discriminados. Ante una colada que insistió en pagar ella, se explayó a gusto sobre lo difícil que era ser negro en Cuba. "Allí se malvive. Tú sabes que sólo las remesas dan un respiro, pero sólo las recibe quien tiene parientes, y los negros nunca fuimos emigrantes. Quién pinga iba a mandarme nada"
Y ya con lágrimas en los ojos : " La pequeña Habana es blanca, Pedro. Fidel no ha dejado salir a lo negros, es una galleta en si cara que salgan. Pasé las mil y una tratando de alquilar un apartamentico , porque decían que "negra y cubana, de la seguridad del estado por lo menos" Al final consiguió alquilar en el Norhwest de los negros, gracias a que un amigo que hablaba "inglés de gueto lo hizo como para él, pero al darse cuenta los niches yanquis ya le habían rajado dos veces las gomas". "Pedro: no quieren cubanos en su barrio, lo de que sean negros no es ventaja "
Todo lo que ganaba Amanda lo echaba en una alcancía " para mandarle un motorsito eléctrico a mi mamá".
Hasta que un día la vestida con ropa nueva y varias pulseras. Viendo que yo lo notaba me saludó muerta de risa:
-¿Cómo tú estás, blanco' e pinga? - su saludo favorito- Mijo, no me mires con esos ojos, que los blanco no me gustan. Me lo fundí en ropa, porque cai en al cuenta que si en Cuba no hay gasolina para qué mi mamá quería el motor. Además, me llegó el chisme de que se buscó a un papirriqui de arriba. Así que yo, a gozar la vida
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