Hay dos Cubas bien diferenciadas , Cuba -el pueblo y Cuba -el régimen.
Apenas confluyen en una cosa : son un mendigo pestilente arrodillado ante san dólar y con fama bien ganada de no devolver ni uno.
El pueblo porque no puede ya que no trabaja ni produce, salvo en la infame industria turística donde genera divisa y recibe piedrecitas de colores . La divisa que genera el pueblo trabajador del area turismo ni se transforma en comida ni en ropa, salvo a nivel personal por contacto directo con el turista, comportamiento imitado por las jineteras y los pingueros.
El régimen no devuelve porque se lo roba, lo malgasta y dilapida, aunque alega que se lo gasta en importar comida.
De modo que Cuba -el pueblo tiene, del sintecho ese, el mal olor y las moscas, pero Cuba -el régimen se sabe que tiene las cuentas repletas en el banco, los perfumes y el poderío.
El problema viene porque Cuba el régimen no quiere sacar de la hucha más comida ni ropa para el mendigo.
Lleva 53 años presentándolo bien lastímero, aflojándole algo de vez en cuando, pero el mendigo ha crecido dentro de su harapos y sus necesidades lo mismo. La cúpula del poder se ha cansado de darle al niño y el niño de que le den.
No se trata de las estratagemas de los gitanos y falsos cojos y amputados, que luego llegan a su casa se quitan los vendajes y entran al jacuzzi. El pueblo es mísero de verdad, y sus explotadores millonarios.
El dilema para los segundos está en que llevan en el propio pecado el castigo. O confiesan que Cuba puede devolver, y la mejor manera es devolviendo, cosa que jamás han hecho, o se arriesgan a quien nadie les preste.
Así todo, algunos incautos conceden créditos, pero siguiendo la historia, y los bancos las siguen, el historial es de impago.
En abril 2010 se publicó que Cuba recibiría un préstamo del Fondo Saudí para el Desarrollo para rehabilitar y equipar un grupo de hospitales maternos del país.
El acuerdo lo firmó el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera de la Isla, Rodrigo Malmierca, y el de Finanzas de Arabia Saudí, Ibrahim Abdulaziz Al-Assaf, presidente de la Junta directiva del Fondo, todo según Prensa Latina.
El plazo del préstamo —el monto no se especifió— era de 25 años, incluidos cinco de gracia, y las obras de rehabilitación en los hospitales previstas para un período de tres años.
Varios hospitales de la isla llevan años "cerrados por reparaciones", y culpan al embargo estadounidense y a la propia crisis. Lo que acumulan son décadas de abandono, ya que como sabe cualquiera, no son los USA quienes venden en el mundo azulejos cemento grifería ni sanitarios.
Pues ya enseguida los trabajadores de esos hospitales sometidos a reparaciones se han quejado de deficiencias graves en las obras y robo de materiales. Una semi verdad para encubrir el desvío de fondos. ¿Cuba no vigilaría, siendo el estado policíal que es, y teniendo que devolver ese dinero, que no se distrajesen los materiales de obra?
Hasta cierto punto no les importa, porque no son serios, total, los extranjeros tienen sus buenísimos hospitales y son los que van a ver. Esos sí que van a estar impecables, y me gustaría saber cuantos de esos fondos se emplean en ellos, si hubiera un periodismo con acceso a datos reales más ocupado en esos fraudes que en otros asuntos de decomisos de cells y condenas a personajes de la disidencia.
Los bancos saben que la deuda del gobierno de Cuba es impagable por el despilfarro, supuestamente dedicado a la defensa y a asuntos relacionados con el ejército y la seguridad del estado. Digo supuestamente porque ellos saben bien que hay tratados por los que jamás serán invadidos por los USA. Pero cuando desaparezca la gerontocracia ladrona ellos y sus seguidores harán lo que ha sucedido en las exrepúblicas socialistas: se perderan junto con los fondos y se covertirán en nuevos millonarios, esta vez en Argentina y Venezuela. Prestarle dinero a Cuba hoy día es del más alto riesgo por la inestabilidad sociopolítica y económica que vive.
La polémica de la carta de los 74 viene no porque se vayan a dar créditos, sino porque se despenalice el darlos. ¿Qué banco se arriesgaría a que sus inversores se le fueran? ¿Le darían ustedes crédito a un homeless drogadicto despilfarrador?
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