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Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

sábado, 19 de junio de 2010

Víctimas cuidadosamente elegidas. Y la primera en la frente: su ex esposo.

¿CUÁL ES EL PROBLEMA DE ZOÉ VALDÉS? (4ª Y ÚLTIMA PARTE)

Tomado de La Sombra del Cubano blogspot

Foto: Manuel Pereira
Hemos dejado para el final a Manuel Pereira, el único del grupo de escritores que no califica entre aquellos que le han hecho sombra a Valdés, puesto que no es tan conocido como sus colegas. El único delito de Manuel Pereira (a quien ella acusa de “comprometido con el régimen” por sus novelas El ruso y El comandante Veneno, pese a que otros escritores de la isla han publicado novelas de mayor corte político) es que fue su esposo. Con Pereira, Valdés ha desplegado una de las prácticas más despreciables que puede emprender un escritor contra un ser humano: se ha dedicado a caricaturizarlo en sus novelas, donde no pierde oportunidad de insultarlo, vejarlo y hacerlo aparecer como un monstruo. Fue lo que hizo, por ejemplo, en La nada cotidiana, cuando lo convirtió en el personaje de El Traidor. En lugar de ventilar sus problemas de pareja a puertas cerradas, esta señora se dedicó a increpar y a difamar de Pereira en ese libro. No le bastó con el escándalo que ella misma provocara en la embajada en París, cuando la enviaron de vuelta a La Habana porque se descubrió que engañaba a Pereira con el mencionado funcionario (ver primera parte) José Antonio González, con quien se casó después. Pero aquello le pareció poco. No satisfecha con haberle traicionado públicamente, Valdés arremetió sin piedad contra él en esa novela para crearle una imagen detestable. Y quizás para cubrir su propia culpa, ha seguido atacando al hombre de quien se divorció hace ya más de veinte años con una tenacidad que raya en la demencia.


No conocemos las interioridades del matrimonio Pereira-Valdés, pero con esa actitud y afán de venganza personal, quien ha quedado muy mal parada ha sido ella. Cualesquiera que hayan sido sus defectos, Manuel Pereira, como todo un caballero, jamás ha dicho una palabra sobre o contra Valdés en ningún sitio público. Aunque el escritor vive actualmente en México, dedicado a escribir su obra y a vivir de su trabajo como profesor de Literatura y de Historia del Arte en la Universidad Iberoamericana, donde se sabe que es reverenciado por sus alumnos, Valdés sigue destilando veneno contra el hombre con quien una vez estuvo casada. Y de nuevo habla con verdades a medias. No menciona que Pereira, como otros tantos miles de cubanos, también se decepcionó del régimen. En su novela Insolación (Editorial Diana, 2006, México), Pereira describe ese proceso y convierte a uno de sus personajes emblemáticos anteriores en un joven desilusionado ante lo que ocurre en la isla. Como bien lo describiera el periodista Andrés Reinaldo, de El Nuevo Herald, la novela “Insolación es la crónica de un colosal fraude histórico visto con los inocentes y por tanto implacables ojos de un joven que perdió su piel en la utopía.”


Sin embargo, por alguna terrible deformación de su carácter, Valdés es incapaz de ver o apreciar ninguna de esas cosas. Mientras en muchos sitios de Internet es posible ver las fotos de decenas de escritores cubanos que se reúnen en lanzamientos, ferias, recitales de poesía o cenas, compartiendo como colegas y amigos, sin discriminar dónde y cómo viven, en las lastimosas fotos que Valdés coloca en su blog siempre aparecen los mismos cuatro o cinco rostros de siempre… ninguno de los cuales, además, es escritor. Uno tras otro, Valdés ha ido alejando a quienes fueran sus amigos, especialmente a sus ex colegas de letras. Para nadie es un secreto que ya ha perdido las nueve décimas partes de sus amistades, y que muchos de quienes todavía le hablan, la tratan a distancia. Es obvio que el problema no está en el resto de las personas, sino en quien origina esa fuga masiva de amistades.


A medida que la pésima calidad de sus libros se ha hecho más evidente, su afán de publicidad ha encontrado un nuevo filón. Si Valdés quiere destacarse como figura política es dueña de hacerlo. Pero no le hace ningún bien dedicarse a difamar o sembrar intrigas. Todo lo contrario, la reacción que provoca es muy adversa. Debería fijarse mejor en lo que le ha sucedido muchas veces a los políticos cuando han intentado hacer sus campañas atacando a otros: el resultado siempre ha sido funesto para ellos. Ya le ha ocurrido a la propia Valdés en otras ocasiones, y le seguirá ocurriendo mientras insista en sus ataques contra quienes ni siquiera la toman en cuenta cuando hablan o escriben.


Como es evidente que a Valdés le molesta que le recuerden su pasado, lo mejor sería que se abstuviera de recordar o citar el de los demás. Cada vez que lo haga, cada vez que vuelva a mencionar nombres o a levantar dedos acusatorios, estará expuesta a réplicas como esta. Ya se sabe: “Quién a hierro mata, a hierro muere”. Lo mejor para su salud mental sería olvidarse de esos escritores con los que ella parece tan obsesionada. Más bien debería imitarlos y hacer lo mismo que ellos hacen con ella, es decir, ignorarla olímpicamente. Es obvio que todos están demasiado ocupados con sus propios asuntos y sus libros… algo que la bilis de la señora Valdés parece incapaz de asimilar.


Mi nota


Otras víctimas  ( todos escritores, que no se cuentan entre sus amigos, y a los que ella procura que Planeta no los "produzca" ni lance como voces disidentes de Cuba, tal como hizo con ella):


Wendy Guerra, Leonardo Padura,Pedro Juan Gutiérrez,Raúl Rivero, Daína Chaviano.



   

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