La playa estaba llena, soleado el día, 28 grados de ese calor nada húmedo aquí pese al mar. Tres personas -2 hombres y una mujer- desentonaban, diferentes de los guiris y de locales.
Los primeros ya por la pinta se distinguen; se cuecen al sol sin crema ( se ponen al aftersun después de quemarse)al sol de mediodía, y se meten entre pecho y espalda 4 hamburguesas y 7 cervezas antes de ir de cabeza al agua , sin trauma ni tragedia. Para preocupación del salvavidas, que por seguirlos no se recrea tanto en las nalgas como querría.
Los segundos sacan la neverita y la comida de casa, se ve la suegra la pareja y los niños gritando.
Los tres estos eran cubanos. Uno era un auténtico Güicho clónico, más joven y menos corpulento. La misma barba de 24 horas, gafas de sol bien oscuras y gorra en la cabeza. Su mujer -el le decía mami- era como 10 años mayor que él, y el tercero lo miraba todo y no decía nico...aún. Recogían cuando yo pasaba de largo.
Me los encontré poco después, en una calle de tiendas y bazares y terrazas. El bullicio era contagioso, la cerveza ayudaba, el día terminaría con las semifinales de la copa jugando la selección nacional. Los tres venían choteando, ella batiendo palmas, 3 golpes secos para apoyar un salida u ocurrencia, otro restallando el dedo gordo contra los otros en ese gesto exclusivo nuestro traducible como "cantidad"o como "de pinga el caso", según el ídem.
Fue el más silente el que desencadenó el nublado cuando señaló una zapatería. La mujer se pegó al cristal como una lapa y con casi llanto en la voz se lamentó no tener aquello para "las niñas". Basta ver la escena para saber dónde las tiene y qué les falta. Su pareja siguió andando y dijo, no, si por eso es mejor en tal lugar, olvídate. El silente propuso otro y remachó : "olvídate". La mujer dijo sin dejar el tono quejicoso: "na, aquí es un tiro, olvídate".
Cada uno insistía en su olvídate tercamente, olvidando avanzar y que la gente los miraba. Las botas -¡botas para Cuba!- que la mujer miraba eran tremenda picuencia, sólo la inglesitas se ponen eso.
-Pero allí...-temí que me hubiera leíio la mente-no consigue esto ni pagando en divisa.
La negra nube fidelina del infortunio acababa de joder una bonita mañana de playa.
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