Frank Correa | |
Un comecandela del circo nacional me contó la historia del aborto de su esposa en el hospital Maternidad Obrera. Dice que lo obligó a decidir la interrupción del embarazo la difícil situación social, aunque su esposa quería tener el bebé. Le exigieron una donación de sangre, que no fue posible porque le subió la presión cuando entró en el banco, porque aunque comía candela y otras cosas en el circo, la verdad es que desde niño arrastra un miedo atroz a los pinchazos de las agujas hipodérmicas, y le compró el plasma a un donante voluntario. Cuando regresó al hospital su esposa esperaba junto a una docena de mujeres por el examen médico que antecede a la interrupción. En aquel momento un médico abrió la puerta de la sala y dijo: -¡Aprovechen, porque a partir de junio se acabaron los legrados! Hubo protestas. -Parir es opcional -dijo una mujer-, no estamos obligadas. Y otra: -¡La vida está muy cara! ¿Qué voy a hacer con esto? Y se tocó la barriga. El doctor refutó que la natalidad cubana estaba en crisis, la que no quisiera parir tenía que cuidarse. Una le ripostó que había salido embarazada con anticonceptivo puesto, y eran catorce en su casa de solo dos cuartos. -¡Si no me lo saco me mato! Una joven dijo que iba primero a terminar los estudios; otra, que ya tenía cuatro hijos y no podía con uno más. Cuando le llegó el turno a la esposa del comecandela la acostaron en una camilla, y con el dispositivo de ultrasonido le monitorearon el feto. El médico observó con detenimiento los latidos del corazón, como el primer saludo de un hijo a su madre. -¡Míralo! ¡Tiene diez semanas! La mujer vio al feto en la pantalla, indefenso y tranquilo, alimentándose por el cordón umbilical. Lloró en silencio. Cuando salió al pasillo le contó al esposo la belleza que traía en su vientre. Le rogó hacer un esfuerzo para traerlo al mundo, pero el comecandela continuó en sus trece. Las mujeres intentaron consolarla diciendo que tal vez más adelante, si la situación cambiaba, podría parir. -Hay que aprovechar ahora que son sólo bolas de sangre -dijo la más agresiva- porque después crecen y entonces no se puede hacer otra cosa que cargar con ellos. |
sábado, 24 de julio de 2010
Conexión Cubana. Bolas de sangre
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