El silencio de ayer del general Raúl Castro en la situación horrible del país que gobierna es una muestra de su no saber qué hacer, y de no importarle. Una amistad mía se la jugó conmigo a que no anunciarían nada, un tanto sorprendida por “la anunciadera” y la “expectadera de Yoani Sánchez*. Yoani ha hecho lo correcto, esperar, porque la cosa está peor que nunca, la crisis del turismo, el despilfarro de divisa, y hasta la climatología, han ido madurando ese pus -para el régimen lo son- , pus que ahora les brota por todos los poros. No cabe esperar porque en 51 años uno no haya aprendido de esta gente, ni porque se haya visto cierta tolerancia innegable ( en esto disputamos, mi amistad dice que nanay de eso), y ciertos cambios, por ejemplo, tolerar que le vayan con exigencias y boconerías, desde Coco cuya madre públicamente disiente de sus motivos, hasta Sigler Amaya, que mañana estará en la libertad. Cabía esperar que al menos anunciara cambios que dieran alpiste a los europeos y a los yanquis para la concesión de créditos. No sé si Raúl y la base oculta del iceberg fecal que flota en Las Antillas habrán comprendido ya que ni Europa ni USA van a mover un dedo, pero esa apatía, ese ni intentar otro teatro es irresponsable. Esta vez no podían apretar y jugar al callaíto, porque la cosa está pero bien mala económicamente. Ya es más el poder adquisitivo de la gente que recibe remesas que lo que existe para comprar con ella. cosa que se pone a la venta cosa que vuela. Pero Cuba no produce suficiente y ni todos reciben divisa ni queda apenas qué comprar con ella.
*La pobre Yoani es una de las que se salvan de que Raúl no dijera nada. Enseguida iba ser acusada de haberse prestado al toque de trompetas del de-general Castro y de su hermano que parece se arrancó los galones de comandante él mismo, o se le quedaron en la lavadora.
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