Un billete de 1. Me lo regaló un amigo, que volvió de viaje hoy. Si lo que me contó lo leyera yo en algún blog, la impresión sería muy distinta.
Su familia había previsto y tanían dos sacos de arroz en su casa. Mataron un puerco. No pudo comprarle a la madre estropajo de fregar ni bayeta para la cocina, no existía tal cosa; el detergente lo encargó a una unidad militar mediante un contacto.
Lo más destacable es un par de cosas. Al preguntar por las Damas de Blanco, casi tuvo que explicar quienes eran. La gente se sorprendió, y lo miraban con desconfianza. Lo que no sale en los medios, practicamente no es cierto; yo sé lo que es eso, porque la gente no creía en la hija de Fidel Alina Fernández, pues nunca se habló de ella. La segunda cosa es que nadie le pidió dinero en Rancho Boyeros para entrar lo que llevó a la familia.
Mi amigo me dijo burlón: ¡en internet ponen cada cosa!
O sea: una breve estancia en Cuba, y ya dudaba hasta de las Damas de Blanco. Podía más lo que él vivió por la gente. A él nadie le pidió dinero en Rancho Boyeros para entrar lo que llevó a la familia.
No dudo de su relato. Lo que tradicionalmente se llama hablar de la feria como va en ella, entre cubanos se llama ser agente del enemigo. Qué pena.
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