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jueves, 29 de julio de 2010

Somatizar la frustración política.

El patrioterismo es el modo cubano de sublimar la frustración política. Curioso, que mientras estamos tan orgullosos de nuestros logros como pueblo desde la independencia hasta 1959, arrastremos una profunda decepción de todos los gobernantes que hemos padecido, incluyendo a los democráticamente elegidos. No salvamos ni a uno, y por supuesto: Fidel Castro ha sido el peor de los peores.
Castro sigue ahí porque exacerba el patrioterismo. Con él se nos dice que somos los pioneros en América Latina en no ser analfabetos, en medicina gratuita, en facilidades de vivienda. Poco importa que hayan retirado los libros después de enseñarles la tierra prometida, o que dicha medicina se mueva en el ámbito de lo veterinario en cuanto a instalaciones y maltrato, o que la viviendas sea un cucarachero que se cae a pedazos sin agua ni luz en muchos momentos.
La prensa cubana y los medios trabajan incansablemente en el patrioterismo envolviendo a la masa de violados en todos y cada uno de sus derechos en la bandera de la dignidad y de la cubanía.
Nos ha vuelto locos, como al Quijote el leer tantos libros de caballería, y algunos lo somatizan como estigmas. Somatizar  es transformar inconscientemente una afección psíquica en orgánica: somatizar la depresión. Y no digo que lo de Ariel Sigler sea somático. Hablan del gran atleta destruído por enfermades inducidas , dicen que cepas de virus. Yo no lo descarto, pero hablo más de otras inducciones. Me ha golpeado y conmovido la impresión viendo a Ariel Sigler salir de un ascensor con un guante blanco de boxeo serigrafiado con la bandera cubana, irse a un hospital cubierto por una bandera cubana enorme, como a un héroe cadáver, y entrar al hospital ¡cantando el himno nacional! Esa conducta no es normal. Incluso entre cubanos no lo es, o así quiero creerlo. Que me saquen de esa foto nacional. En el patriota y valiente Ariel se refleja todo lo que digo como en un espejo. Casi seguro es que toda esa parafernalia no haya sido idea suya, pero poco importa. La diferencia con don Quijote cuando lo manteaban, es que se burlaban de él dándole títulos y honores, pero todos amamos a Ariel sinceramente, porque ha llegado al límite de la lucha humana individual conque se enfrenta una tiranía como esa que no da tregua. Pero como colectivo podríamos hacer cosas más inteligentes que sublimar con patrioterismo o cantar el gozo de su liberación con esa pequeña voz. Sí, es pequeña voz: en Miami se trabaja, no hay tiempo para ocupar las calles con las fotos de Ariel y exigiendo cambios ya, para que también nos saque en portada la prensa no-amiga. Miramos el reloj , que no se retrase el vuelo que la YUMA no perdona: mejor el acto breve pero intenso, localista y folclórico y ya. Ya hemos hecho algo por la patria, hemos sublimado y somatizado la frustración política. Tampoco habrá tiempo para manisfestaciones en los días venideros, ahí mismo el tema Ariel dejará de ser noticia internacional y de presionar.

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