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Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

viernes, 23 de julio de 2010

De la ingenuidad y del mal uso de las palabras.

El día 28 llegará a Miami el ex preso Ariel Sigler, ex boxeador, que pasó de ser un deportista -con sobrepeso añado yo- a un hombre calificado de alambre, al que le han inducido enfermedades, según se dice.  Su familia califica su estado de muy grave. Su enfermedad no es curable, según partes médicos del régimen, aunque Ariel dice que sí. Todo lo que desea es viajar a curarse y regresar a su país a lucha por los DDHH. Pero mira por dónde él sabía que si levanta mucha tierra en los USA nunca le dejarían volver. Pero mira por donde y asabe que la ida es sin vuelta. Supongo que dejará a su esposa con alguna frase como te dejo porque me voy a luchar por Cuba en los USA  espero lo comprendas. 
Su estado de salud es crítico , muy grave, no paran de decir los Sigler Amaya, pero mira por dónde Ariel ofrece una conferencia de prensa en el mismo aeropuerto. Una cosa es estar en mala condición física y otra muy grave, hemos olvidado el sentido de las palabras o se usa estas interesadamente, a riesgo de perder la credibilidad. Ariel está como Fidel, mal pero no grave. 
Y añade Ariel que su encuentro con el exilio no será largo pero sí extenso. Otra frasecita que no tiene pies ni cabeza.
Ariel cobrá cobertura mediática, se ve que le gusta. Es el por fin poder gritar. Lo que no sabe es que no tiene efectos gritar en Miami. Él se imagina que con luces y taquígrafos y cámaras y una maraña de micrófonos apuntándole soltará un discurso que caerá el régimen. Su libertad y en los USA le traerá también desengaños, pasado el impacto a nivel latino inicial. Deja que oiga a los castristas con micrófono a los que nadie le parte la boca en los USA. Hasta ahora que llegó él...Que se despida bien de Cuba y que goce por fin de su protagonismo, ese de los legendarios Sigler Amaya según se ufana su hermano Miguel. Y que le sea lento el darse cuenta de que todo ese circo mediático aburre a los yanquis, que nos ven como unos borregos que sonreímos en los discursos de los líderes agitando banderitas y nos califican como hipócritas interesados de doble cara.

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