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Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

lunes, 23 de agosto de 2010

¡Sigan sin desarmar a Irán!

Lean

SEIS RAZONES MÁS POR LAS QUE NO PODEMOS DEJAR QUE IRÁN TENGA MISILES NUCLEARES

Con la siempre presente política de Rusia de ayudar a Irán a acelerar su programa de reactores, aliada al progreso milimétrico de las sanciones contra el régimen de Mahmoud Ahmadineyad, presidente de Irán, y el estado cada vez más carente de esperanza de las negociaciones con los palestinos, lo más probable es que no cese la especulación acerca de un "primer ataque" israelí contra las instalaciones iraníes de armas nucleares, ocultas pero cada vez flagrantes. He perdido la cuenta del número de ensayos y columnas sobre el tema que han sido publicadas recientemente. La más significativa y detallada de tales contribuciones, sin embargo, provino de mi amigo y colega Jeffrey Goldberg en un artículo de portada en el Atlantic. Quien lea atentamente tal texto seguramente entenderá una cosa: el gobierno de Benjamin Netanyahu en Israel desea dejar en claro que, en ausencia de una decisión estadounidense de actuar, Israel puede atacar y atacará en un momento no muy distante. La palabra clave del actual y angustioso argumento -la palabra "existencial"- se aplica en su más pleno significado en opinión de la mayoría estratégica del liderazgo político y militar israelí. Para ellos, una bomba iraní es incompatible con la supervivencia a largo plazo del estado israelí e incluso del pueblo judío.

Sería una verdadera lástima si el debate siguiera siendo realizado en estos términos relativamente estrechos. Una oración del informe de Goldberg ilustrará lo que quiero decir:

"Israel, me dijo Netanyahu, está preocupado por un complejo total de problemas, no sólo que Irán, o alguno de sus aliados, destruya a Tel Aviv".

¿Por qué Tel Aviv? Sin duda, es el más judío de los centros israelíes de población, y fue construido sólo en el curso del siglo pasado. Es también la más secular y moderna y sexualmente liberal de las ciudades israelíes, lo que la calificaría para atraer la cólera de los mulás. Pero igualmente es hogar de árabes y musulmanes, así como  los pueblos adyacentes. Y como no me canso de señalar, no hay todavía arma de destrucción masiva que pueda discriminar sobre la base de religión o etnicidad.

Así que, ¿por qué Netanyahu no dijo Jerusalén, que él y su partido consideran la verdadera capital de Israel? Seguramente porque esto haría surgir de inmediato la pregunta de si la teocracia iraní piensa seriamente destruir el Domo de la Roca y los otros lugares sagrados islámicos junto con la emponzoñada "entidad sionista". Por no mencionar el número de palestinos que serían muertos en tal ataque. Hay algo sectario, casi racista, en la forma que este aspecto del asunto siempre es pasado por alto.

Traté de hacer la misma pregunta en forma impresa cuando el primer ministro israelí, Menahem Begin, ordenó el bombardeo del reactor Osirak de Irán en 1981. En esa ocasión, lo peor que pudo decir acerca de las ambiciones homicidas de Saddam Hussein fue que ellas también constituían una amenaza para la supervivencia israelí. Cualquier persona enterada, sin embargo, comprende que si Hussein hubiera tenido una bomba, la hubiera usado en primera instancia contra lo que su propaganda siempre definió como "los racistas persas". (Por eso la fuerza aérea iraní había intentado destruir, sin éxito, el mismo reactor poco antes.) Cuando habla del enemigo sionista, incidentalmente, su discurso más agresivo prometió sólo que con sus armas químicas y otras "quemaría medio Israel". El fallecido dictador no era conocido por hacer las cosas a medias. Es posible que en alguna parte de su mente comprendiera que Palestina no está habitada sólo por judíos.

Todo este énfasis en la importancia de Israel en este asunto, y de la idea relacionada de subcontratar un ataque a través de las Fuerzas de Defensa Israelíes, es una evasión, un poco matizada étnicamente, de lo que es una responsabilidad internacional. Si la dictadura iraní logra "irrumpir" como potencia nuclear, las siguientes cosas habrán ocurrido:

1. La ley internacional y administración de las Naciones Unidas habrán sido irremediablemente arruinadas. Los mulás habrán violado todas las promesas que dieron; a la Comisión de Energía Atómica; a la Unión Europea, que ha sido su principal interlocutor en las negociaciones hasta ahora; y a las Naciones Unidas. (Teherán rechaza específicamente que el Consejo de Seguridad de la ONU tenga vigencia en este asunto.) Los que dan gran importancia al papel de la ONU y de los inspectores nucleares internacionales deben darse cuenta de este abrumador hecho.

2. Los "Guardias revolucionarios", que el año pasado no se detuvieron ante nada para obtener un poder casi absoluto en Irán, también son los guardianes del programa nuclear. Una consumación exitosa de ese programa sería un inconmensurable reforzamiento de la facción más agresiva de la dictadura actual.

3. El poder de los guardias para proyectar violencia fuera de las fronteras iraníes también se incrementaría. Cualquier subversión por Hezbolá de la democracia libanesa o ataque de mísiles contra Israel; cualquier colusión con los talibán o con las fuerzas nihilistas en Irak sería más difícil de contrarrestar porque involucraría un enfrentamiento con un padrino nuclear.

4. La misma poderosa ambigüedad estratégica se aplicaría en el caso de una acción iraní contra un estado vecino árabe sunnita, como Bahrain. Los más extremistas de los periódicos teocráticos iraníes se jactan ya de tal posibilidad, que es la razón de que tantos regímenes árabes esperen -en ocasiones públicamente- que esta amenaza "existencial" contra ellos sea removida.

5. Nunca habrá un solución a la disputa entre Israel y Palestina porque los palestinos opuestos a ella serán más que nunca aliados de un régimen que clama por la eliminación de Israel, y ellos se verán vindicados en su creencia de que las concesiones son una pérdida de tiempo, si no algo peor.

6. El concepto de "no proliferación", tan cercano al corazón de los bien pensados, pasará a la historia junto con la Liga de las Naciones.

Éstos, entonces, son algunos de los precios que deben ser pagados por no desarmar a Irán. ¿No es obvio que el interés internacional en enfrentar este asunto de frente, y en considerarlo "existencial" para la civilización, es más poderoso que cualquier cálculo político que pueda hacerse en la oficina de Netanyahu?

(Christopher Hitchens es columnista de Vanity Fair y de Slate Magazine, donde esta columna apareció originalmente. Es becario de Medios Roger S. Mertz en la Institución Hoover en Stanford, California. Para más artículos como éste, le rogamos visitar www.slate.com.)

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