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martes, 3 de agosto de 2010

España cubana, Cuba española.

Hay que ser valiente para sostener la vuelta de Cuba a integrarse con España, lo que llaman la vuelta  a ser una Comunidad autonómica "como antes".
Valiente digo, porque hay un resquemor doble, de independentismo y de desprecio a lo español. Tal como enseñan la historia, apenas soñábamos -por fin- ser nosotros mismos cuando los Estados Unidos nos arrancaron el sueño.
Lo del desprecio a la inteligencia española es injusto, y de lo más absurdo en un pueblo como nosotros, que nos lo máximo en creatividad de trabajo e inventiva aunque ese pueblo también menosprecie la calidad intelectual africana. Preconcepto y racismo engastados en el acerbo popular.
Los españoles ciertamente tuvieron atraso debido a sus condiciones geográficas, lo cual proporcionó sin embargo una diversidad linguística y culinaria inenarrables. 
España no es en absoluto llana, como Alemania, Francia Inglaterra y Holanda. Cuando se transita mal, se asientan los localismos linguísticos y gastronómicos, que en tan diversos son como un continente  aparte. Uno puede recorrer todo Texas, del tamaño de España, y todas las comidas saben igual: aquí, de un pueblo a otro varían el sabor la preparación a tal punto que no se cree. Esa es la parte sorprendente y superpositiva , la que fascina. La negativa es la transmisión de la cultura, de los adelantos e inventos en una geografía terrestre y humana tan fraccionadas. Apenas hoy en día es que se están solucionando las comunicaciones por carretera a una velocidad aceptable.
Cuando los españoles han salido fuera, han demostrado su valía y su capacidad para hacer fortuna, lejos de la corrupción patria y de la historia convulsa. 
También es cierto que el catolicismo en vez del calvinismo ha supuesto un freno al condenar el ser ricos, pero eso es otra larga historia. Han tenido que pasar los siglos para llegar a la democracia de hoy y aceptar que el capitalismo no es pecado, sino el mal empleo del capital y del dinero. La gente del país ha sobrevivido resignándose a la riqueza de la Iglesia y a su condena hipócrita del afán de generar riqueza, practicando y exportando la picaresca, la corrupción y el asistir a misa dominical como si tal cosa, explotados y explotadores.

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