AVISO A NAVEGANTES http://directorioplus.com/

Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

martes, 31 de agosto de 2010

Reproduzco la denuncia increíble pero tan cierta para que el mundo lea.

César Caibarien   en Conexión Cubana
Este es un tema muy traumático en mi vida; un tema al cual he tratado de bloquear de mi subconsciente y que aun hoy, al cabo de los 30 años, sufro de pesadillas por la noche.
Salí de Caibarien el 15 de Mayo del 1980 con un bolso donde llevaba pasta de dientes, cepillo de dientes, un pullover, pantalón y un par de calzoncillos para cambiarme. -Que ingenuo fui.
Nos llevaron para Seguridad del Estado en Santa Clara, ahí nos pusieron como las reses en un cepo, constantemente vigilados por guardias con armas largas y perros. No sé cuál sería la causa de llevarnos ahí, pues como a las 5 horas nos montaron en unas guaguas y nos llevaron para otro lugar que nunca había visto en Santa Clara. Ahí nos revisaron las cartas que conseguimos con la policía de nuestro pueblo. Dicho sea de paso, esa carta decía que yo era consumidor de marihuana (cosa que vine a saber lo que era aquí, pues ni sabía de que se trataba aquello).
Hasta aquí más o menos pasable, pero en este lugar comenzó la odisea, lo primero que hicieron fue separarnos a mis padres y mi hermano menor, de mi hermana y yo. Ahí nos montaron en una camberra, no sin antes darme una patada con una bota rusa por el trasero que llegue a Cayo Hueso con una inflamación que tuve que permanecer en una clínica por dos días tratándome aquello.
Cuando me montaron en aquella guagua de una forma violentísima y eché una ojeada a mi alrededor, no podía creer lo que veía, la guagua repleta de personas que a todas luces nunca habían visto la libertad, pues podías pasarte días enteros leyéndole los tatuajes de su piel, delincuentes sacados de las cárceles y obligados a abandonar el país.
Salimos para La Habana serian como las 8 de la noche, sin parar en todo el camino, en este viaje empezaron las secreciones, pues no hicieron ninguna parada en el camino y las gentes se meaban en la guagua y hubo alguno que otro que hasta el # 2 hicieron.
Llegamos a La Habana como a las 1 y media y nos llevaron directamente a Cuatro Ruedas, aquello y el infierno de Dante eran lo más parecido que pueda nadie imaginarse, éramos alrededor de 20 mil personas hacinadas en unos cuantos metros cuadrados, no había baños por lo cual el atolladero era espantoso y la peste insoportable, no nos dieron comida en esa estadía, allí empecé por perder el bolso porque vi que no me servía de nada, solo me quede con el cepillo de dientes y el tubo de pasta (pomorin por cierto) el cual me sirvió para suprimir el hambre.
En ese lugar vi las vejaciones más espantosas. Hombres que los hacían subir a una tarima, los hacían partirse, los de la seguridad tenían maquillaje y hacían que delante de toda la multitud, se maquillaran y caminaran o modelaran como si fueran mujeres y por micrófonos los obligaban a decir sus nombres de "batalla" como ellos los llamaban y se mofaban y reían.
Digo hombres, porque dentro de los que les toco aquello vi a un señor de mi pueblo casado con hijos y ya con cierta edad tener que hacer todo aquel teatro.
Ahí me encontré con mis padres, mi hermano menor y mi hermana, había una sola carpa donde era casi imposible entrar a coger un poco de sombra, como a la 1 de la tarde se aparecieron con unas pipas cisternas, todos pensábamos que era para darnos de beber, pero que va, cogieron las mangueras y las enfilaron a la multitud y nos bañaron con aquellos chorros, nos dijeron que era para evitar una epidemia, a mi me agarro el chorro por el pecho y me lanzo a tierra, porque estaba sumamente débil.
Después de revisar los papeles, darnos el pasaporte y un salvoconducto que decía que estábamos en la embajada del Perú.
Aquí debo decir que nos chequeaban el carnet de identidad y en el mío decía que era teniente de la reserva porque yo estaba en la Universidad y todos los universitarios lo éramos, cuando vieron aquello se me congelo la sangre porque empezaron a cuestionarme, y yo les dije que eso era porque estaba en la Universidad pero que en mi vida había tenido ni siquiera un tirapiedra en mis manos, después de aquel mal rato me dieron mis papeles.
Debo decir que durante la estadía en 4 ruedas sucedió la Marcha del pueblo combatiente, que no era más que turbas del gobierno, pasaron por 4 ruedas, y nos tiraban piedras, palos, pedazos de metal y todo lo que tenían a mano amen de todas las injurias que nos gritaban. Ahí vi a muchos con la cabeza partida.
Como a las 8 de la noche nos montaron en otra guagua y nos llevaron por toda la Calzada 10 de Octubre donde tenían a turbas a un lado y otro de la calzada para tirarnos de todo y vocearnos lo inimaginable, yo llevaba 50 pesos y se los di al chofer de la guagua, casi todo el mundo hizo lo mismo, el chofer se fue premiado de aquellos viajes.
Llegamos al mosquito y aquello no lo puedo describir, nos metieron a la intemperie, en una peninsulita de diente de perro donde solo habían 3 matas de uva caleta, el agua llegaba por un tubo (una sola llave para aquella multitud y las colas eran de horas) por encima de la tierra, a las 12 de la tarde era como tomar caldo caliente en vez de agua.
El hacinamiento era tal que las gentes se subían en las matas de uvas, y ahí llegaban los guardias y decían "esto no es la embajada del Perú, ca-bro-nes, bájense de ahí, y según las gentes se iban bajando a palos los recibían en el suelo.
Vi a una perra pastor alemán destrozar a una señora negra entre los muslos, cuando su esposo la defendió dándole con una bota cañera a la perra, ahí vino un guardia y le dijo al señor "negro ma-ri-con, tu no ves que esa perra costó muy caro para que una escoria como tú la dañe" y le entraron a tablazos por la espalda a aquel negro y los borbotones de sangre por la boca no se hicieron esperar, se desmayo o murió no se, lo cargaron y se lo llevaron junto con su esposa. Nunca más los vi.
A las 4 de la tarde el día 18 nos llevaron para los barcos, rogamos que no nos separaran a la familia y así nos lo prometieron. Bien lo primero que hicieron fue separarnos. Mi historia fue.
Desde las 4 de la tarde hasta el día siguiente estuve montado en un camaronero en la bahía de Mariel. Nunca olvidare el nombre del barco "Rip Tide" de mas esta decirles que no cabíamos ni de pie, el vaivén del barco hizo los estragos. Los vómitos eran cosa común, yo me vomite, encima de otros, otros se vomitaron encima de mí, en fin toda la noche en eso.
Nos dijeron que no nos podían dejar ir porque había mal tiempo aquella noche que nos dejarían salir la mañana siguiente porque habría mejor tiempo, lo cual fue lo contrario.
A las 8 de la mañana del día siguiente nos dejaron ir, aquello era muy triste, sabias que abandonabas tu tierra y era una flotilla de barcos de todos tamaños al mismo tiempo.
Como a las doce del día no te veías ni la palma de la mano de lo negro que se puso aquello con una tempestad horrenda. Las olas eran enormes, cada vez que aquel barco subía una cresta yo me decía a mí mismo "cuando descendamos ahí nos vamos a jo-der" pero el barco sobrepaso la tempestad.
Todo el camino fuimos acompañados por aletas de tiburones que era lo que veías siguiendo el barco.
Yo fui testigo presencial de personas que mareadas y desmayadas se cayeron del barco y lo único que salía a la superficie era una mancha roja (sinceramente ha sido lo más traumático de mi vida). Según el dueño del barco (que dicho sea de paso llevaba 250 escorias y nadie de su familia que fue a buscar porque no se las dieron) varios otros barcos habían pedido ayuda que estaban naufragando, y desafortunadamente él no había podido ayudarlos porque la línea de flotación de su barco estaba muy por debajo de lo normal por el peso. No sé, no entiendo mucho de eso, el caso es que él no podía ayudarlos y lo que hacía era pasarle la voz a otros barcos.
Llegue a Cayo Hueso mas muerto que vivo a las 3 de la mañana que nos desembarcaron, ahí pude  reunirme con mis familias excepto mi hermana que no sabíamos nada.
La angustia era que no se la pueden imaginar, al cabo de los 3 días aparece mi hermana, todos nos abrazamos llorando y dando gracias a Dios. A ella la habían montado en un yatecito pequeñito que por el peso se hundió y suerte que un guardacostas americano que estaba recogiendo gentes en problemas los vio y los pudo rescatar y ahí metieron a mi hermana por dos días, pues aquel guardacostas estaba recorriendo y salvando gentes en las mismas condiciones.
Lo demás es historia, y la historia que le sigue es de una vida sino de lujos, si de progreso y felicidad.
Olvide muchísimos detalles, como que nos tiraban los perros en el Mosquito en el trayecto porque es un tema bastante doloroso, pero si el tema continúa ya iré aportando más detalles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario