Otra serie, Perdidos, refleja la situación de Cuba. En Perdidos un grupo de gente de pelaje diverso se ve atrapado irremediablemente en una isla adónde nadie los encuentra y que puede desaparecer en cualquier momento. Al igual que en Cuba, los guionistas enredaron la pita brillantemente, hasta llegar al punto en que , cobardemente, ofrecieron varios finales alternativos al capítulo final.
Jason-el monstruo Castro ha resurgido renovado, teniendo motivos y posibilidades con las que ninguno contábamos.
Debió de reflexionar con sus ojos inquietos clavados en la tapa de la catacumba hiperbárica, donde dice Montaner que lo ocultan para favorecer el riego cerebral, cerrando medio ala del hospital:
- Al final parece que la Historia no me absolverá. Tengo que deshacer este final de la película, desbaratarles la fiesta a los que me tienen escrito el epitafio de malvado y fracasado. Tengo que ganarme a los USA para vuelvan. Ya no quiero su bloqueo, no me está siendo útil, ya no compro lealtad y chivatismo por un pollo, ahora quieren nuevas tecnologías. Nada diré provocándoles, tampoco pediré el levantamiento del embargo. Seré el salvador y mediador que frene una guerra nuclear con Irán , ya veré cómo hilvano esta trama. Me ganaré la confianza de los americanos, que solamente evolucionan hacia cada vez más tontos. Quedarán impresionados por ese congreso llorando cuando yo reaparezca. Así desbarataré todo lo que el malvado exilio escribe sobre el odio que me tienen.
Por supuesto, que tal estatus quo está pidiendo explicaciones anteriores en la trama. Imaginen un flash back explicado en un flash forward del film, igual de pesadillesco, protagonizado por el Cardenal Ortega y Alamino.
-Bueno, no me fue difícil convencerlo de dejar toda la santería y el mal que ella le había acarreado. Convencer, a una persona tan mesiánica, de que Él formaba parte del último misterio de los Secretos de la Virgen de Fátima. Le trajimos de España el Brazo Disecado de Santa Teresa, el mismo con que ungieron a Franco en su lecho de enfermo, un honor con el que Fidel no contaba pero al que no se negó. Le mostré los dulces efectos de la religión, incluso en Coco Fariñas, cómo le frenaba el odio y le desarmaba las minas de su agresividad aun en las frases más agrias. Y en fin, Castro está un poco copiando mi papel de Divino Interventor en un conflicto internacional que, claro, aun no existe y el debe antes crear. Es un mago en estas cosas, no dudo que lo logre. El resto es mérito de la historia esta de Fátima, que tan bien nos funcionó para tumbar la URSS. Hay apenas dos nubecitas en la trama: el distanciamiento con Chávez y la continuada falta de piedad contra la santería, simbolizada en Reina Luisa.
Pero el final real de todo lo veremos estos días desfilar ante nuestros ojos. Se abre un periodo estresantemente inaudito, protagonizado una vez más por el mago del ajedrez, la hiena mayor de la política que hayamos padecido nunca. Me temo que se saldrá con la suya, porque no disponemos de un mecanismo eficaz de denuncia contra toda la represión activa, seguimos describiendo y no presentando pruebas. Las Damas de Blanco ya no marchan, en Banes abren cabezas y no hay ni una foto, porque la oposición no es capaz, como ellos son, de auto agredirse para mostrarlo. Y ahora hablo del escrito de Armando Añel en su blog sobre el Maleconazo ‘ 94, cuando presenciaron los planes de la Seguridad del Estado para destrozar vidrieras de tiendas y presentar aquello como un simple ataque de vándalos que justificara el ataque policial. Seguimos haciendo una guerra honesta, y no por buena gente, sino porque cualquier falsedad sería delatada desde dentro mismo de las filas, la pesadilla de Fidel –Jason sigue como un virus, activa y sin tratar.
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