Los relatos nuestros son como los de alguien que escapó de un cataclismo. No sabemos por dónde empezar, parecemos incoherentes, atropellados, sorprendemos, despertamos desconfianza y por último aburrimos. Pero imagínense que es mi deber denunciar, y el entusiasmo inicial diario que me acompaña...
Mi país promueve la prostitución del pueblo mientras oficialmente la persigue.
No la persigue, en Cuba lo que se persigue se consigue. Intente fabricar y vender algo por su cuenta, verá qué rápido va preso por delinquir contra el comunismo que prohibe la empresa privada. Tampoco encaja la excusa de que el sexo, siendo actividad íntima, dificulta el espionaje del ciudadano, porque la privacidad no se respeta en ningún momento, abarcando, los métodos, desde la detención al azar a cualquier hora del día y mejor de la noche con petición de carnet e interrogatorio callejero o en la estación de policía, hasta el Delator Oficial asignado a cada manzana, que puede revisar qué llevas en cualquier bolsa o entrar en tu casa cuando él quiera.
La prostituta femenina se llama jinetera y su contra parte masculino pinguero.
Mi mierda de país tiene doble moneda. Un buen sueldo equivale a 15 dólares al mes, aunque suena mucho más alta la cifra pagada en pesos cubanos. Las cosas que con esta moneda puede comprarse en el mercado para cubanos no alcanzan, apenas mantienen el hambre al borde del rugido; el gobierno no se atreve a matar de hambre, es consciente de que el hambre no teme a las armas. El gobierno de mi mierda de país es como el carcelero. Posee en exclusiva e derecho a las armas, a los medios de comunicación del país, a la libertad de reunión, él es juez y parte y es legislativo y ejecutivo todo en uno.
Mi mierda de país no produce casi nada, y lo poco que produce en las condiciones de la mayor indignidad no alcanza. Por eso adquiere fuera, en divisa. Esa divisa le entra por el turismo, por los regalos de Miami y por el jineterismo.
La estúpida política cubano-americana del exilio es, "no les vendamos, sino regalémosles, comida y ropa y medicinas. Todo este alivio va al pueblo ayudando a la paz social, pero la divisa invertida en ello va al régimen. Carísimas tasas de envío, llamadas telefónicas a euro el minuto, amén de la divisa enviada directamente. Todo va a las arcas. Quien no tiene o no le alcanza la ayuda de fuera, debe trocar algo para comer, y como no se posee nada, menos el cuerpo y la dignidad, son esos dos los que se sacrifican. El hambre pesa más que la dignidad, es una sensación primitiva de supervivencia, anterior a la dignidad conceptual, la cual con hambre y mal vestido tampoco se tiene.
El gobierno malversa toda esa divisa en construir hoteles para extranjeros y mantener los hospitales para ellos. Los hospitales para la población son un cucarachero sin medios médicos ni higiene ni limpieza, algo que ustedes no sospechan ni creerían, porque han sido programados para creer que gente como yo miente y que estamos a sueldo de la CIA. Contrastando tienen el hospital Cira García, que anuncia por escrito claramente que admite a personal diplomático y extranjero disfrutando de la tecnología médica cubana, exclusivamente a esos.
No todo el pueblo se prostituye, basta un número de fuentes de ingreso; pero si contásemos a los beneficiarios de esa labor, no sé adónde subiría la cifra estadística.
Toda la isla trabaja para el ego de Fidel, que regala lo mejor de nosotros a extranjeros, sean estudiantes becados y privilegiados, con viviendas dignas provistas de agua y luz y acceso físico y legal a las playas exclusivas y hoteles, o sea a los turistas que ignoran la tramoya del pueblo en servidumbre para disfrute suyo de la obra teatral.
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