Hablándoles en su lenguaje. El verdadero revolucionario.

El verdadero revolucionario no llama negro mono a un ciudadano negro.
El verdadero revolucionario no agrede a mujeres (compañeritas) ni ironiza sobre su falta de un macho.

El verdadero revolucionario no busca con quien meterse para ganarse un saco de arroz: coge una pala y se pone a desescombrar La Habana.
El verdadero revolucionario se atiene a la libreta y no roba al que robó para vender de estraperlo , y mucho menos le chivatea después.
El verdadero revolucionario no  atiende mejor a un extranjero que a un compatriota, por mucho que se lo ordene el Comandante injusto y traidor a los principios de la revolución.
El verdadero revolucionario no pega palizas a un preso, ni sin ni con consentimiento de superiores.
El verdadero revolucionario hace honor a los primeros discursos traicionados: no llorarán de nosotros, madres ni una lágrima.
El verdadero revolucionario no participa de los robos de productos del agro destinados para las bodegas ni lo consiente.
El verdadero revolucionario que quiere no ser como los casquitos de Batista no agrede a campesinos humildes, y menos a mujeres negras, y menos si su hijo se ha muerto en huelga de hambre.