El cardenal vaselina sonríe al esbirro. Qué asco de gente.

Quisiera saber porqué Ortega no tiene cojones a decirle a Raúl ante la sala de satélites de la TV de Miami que deje de torturar y matar, y que lo condene públicamente como es su deber.

Esa sonrisa ¿será la misma que le dedica al negrón gay de la inteligencia que lo filmó en situación íntima-con él precisamente cuando se lo trajina?

Sí, ha conseguido que al acto  asistiera una representación de las Damas de Blanco, ya están absorbiéndolas, y hasta terminarán siendo las encargadas de vigilar la buena cárcel cubana, sobre todo si les sueltan a los maridos de ellas. Ni saben lo del cardenal, ni se les ocurriría utilizarlo, después de todo está luchando a favor de ellas.

Pero esa sonrisa afectuosa a un esbirro, a un Judas, no tiene perdón del mismo Dios que predica.