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Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

viernes, 28 de mayo de 2010

La corrupción en Cuba. Sentando las Bases.

¿En qué consiste la corrupción fuera del capitalismo? ¿Cual es la definición de corrupción , para empezar?
En América Latina, siguiendo los partidos políticos y los grandes grupos empresariales son fuentes importantes de corrupción. Estos estimulan y provocan prácticas irregulares en sus gobiernos para obtener regulaciones favorables, ubicar a personas que están a su servicio en puestos claves o restringir el acceso o la consolidación de competidores.en América Latina.


Por eso no es fiable usar el índice de percepción de la corrupción (IPC) que anualmente prepara la organización no gubernamental Transparencia Internacional. En 2003 Cuba quedó así :
Chile 7.4
Uruguay 5.5
Cuba 4.6
Costa Rica 4.3
Brasil 3.9
Cuanto más alto el número, mayor la transparencia contable; de modo que Cuba quedaba sobre Costa Rica o Brasil.


Sin embargo debe cuestionarse hasta que punto son comparables los resultados en un país que no funciona en base al modelo de economía de mercado que prevalece en el resto de la región. En Cuba, por ejemplo, no puede hablarse en los mismos términos sobre la corrupción en los procesos de contratación entre el Estado y el sector privado, porque la mayor parte del sector productivo y comercial está bajo el control o es propiedad del mismo Estado.
 Tampoco son aplicables las teorías o enfoques que se utilizan para analizar la corrupción política en América Latina, porque estas en su mayoría parten del supuesto de que existen varios partidos políticos que se enfrentan periódicamente en procesos electorales y requieren fuentes de financiamiento privado para sostenerse y cubrir los costos de sus campañas.


Comprender el problema de la corrupción en Cuba implica generar un nuevo entendimiento, que necesariamente debe ir mucho más allá de los conceptos y teorías que se utilizan actualmente en América Latina o en el mundo anglosajón. Exige identificar relaciones de poder mucho más profundas y sustanciales, que no necesariamente se reflejan o dependen de los aspectos formales de un sistema político o económico. Implica ver más allá de las superficiales diferencias que normalmente se hacen entre las “democracias” de América Latina y la dictadura cubana.
Sin importar el sistema político o económico que reine en un país o en una institución, la corrupción puede definirse como el uso incorrecto que hacen los representantes de una colectividad, de las facultades o recursos que les han sido asignados o de los que se han apropiado para beneficiar a grupos de poder. Las prácticas de corrupción equivalen a transgresiones en contra de los representados o de la colectividad, y producen afectación a los derechos de estos y exclusión para usar y beneficiarse de los espacios colectivos, sean estos el gobierno, el mercado, los medios de comunicación u otros.
Lo que ha hecho la dictadura encabezada por Fidel Castro es precisamente apropiarse de los espacios colectivos de los cubanos, suprimir sus libertades y mantenerse en el poder sin importar el costo y los daños para su país.
Esta visión acerca del problema de la corrupción nos lleva a inferir que el régimen cubano está afectado por la corrupción en su esencia misma. Pero a la vez nos obliga a reconocer y a señalar que el modelo de democracia que le proponen y exigen a Cuba países como Estados Unidos y varios de sus aliados latinoamericanos no son una solución.


Las “glorias” del socialismo, de la revolución, en el campo del deporte, la educación y la salud, tienen una vieja tradición cubana. Usted puede estar bien vestido, si utiliza todo su dinero en ropa y vive en una vivienda mala y se alimenta mal. Eso es lo que hacían los estudiantes revolucionarios, los pobres pretenciosos que salían a la calle con ropa de “domingo” antes de 1959. Es la cultura española del hidalgo y el pícaro. El régimen utiliza el “producto social bruto” para encubrir la incapacidad de proporcionar bienestar personal, propiedad privada y derechos humanos a la población.
La verdadera aspiración de la sociedad consiste en ofrecer un alto nivel de educación y salud sin eliminar los derechos civiles y políticos, las libertades individuales, el derecho a la propiedad privada. El régimen nunca pudo satisfacer estas demandas.
Una vez terminada la ilusión, Cuba vuelve a la realidad. Esto podría disgustar a muchos. Unos porque se niegan debilitado a ver al régimen con pretensiones imperiales ; otros porque defienden esa ilusión de grandeza, de zapatos nuevos mandados de Miami y estómago vacío, cadena de oro al cuello y catre por cama. Hay quienes dicen que si en Cuba ya no hay autoritarismo eso equivale a decir que en la isla hay democracia.


Es esencial reconocer la existencia de la clase media cubana donde quiera que se encuentre, porque es la clase que realiza los cambios sociales. De hecho, es esta clase la más preparada para llevar a cabo el proceso de auditoría social en un futuro . ¿Por qué muchos académicos no “ven” a nuestra clase media en la isla? Porque nuestra burguesía no se presenta bajo los estereotipos tradicionales.
Es una capa delgada de la sociedad. Tiene éxito precisamente porque es “transparente”, es decir, aparece travestida con los disfraces más feroces o inocentes ante la mirada del observador casual. Charreteras militares, carnés del partido, guayaberas, y apretados pantalones cortos de mujer, “licras”, encubren toda una fuerza productiva que el estadogobierno utiliza como poleas de transmisión del poder, pero vigila y reprime económicamente.


Como en toda sociedad autoritaria, la mayoría de los cubanos son mitad virtuosos y mitad pecadores. En silencio, en sus espacios privados “pecan” toda la semana, pero el domingo asisten a las actividades políticas ordenadas por el gobierno. El “camuflaje” que los ayuda a supervivir dificulta por otra parte que ninguna fuerza les preste solidaridad. La “familia” en el poder (aristocracia) solo ve en ellos la amenaza de quienes quieren “igualarse” con los poderosos. La población los envidia y rechaza porque los percibe como “privilegiados”. Los exiliados rechazan a unos por su pública adhesión al régimen, a otros por su inmoralidad, a otros por su tibieza.


Los compañeros-empresarios participan en la corrupción grande (la “mala” porque sostiene a la aristocracia y no distribuye la riqueza) por
la mañana, pero por la noche utilizan su influencia para impulsar una economía paralela.
El bajo clero burocrático, los pequeños burgueses que participan en la corrupción pequeña (la “buena”, porque crea riquezas y más clase media), hacen maravillas con las “sobras” que dejan los grandes negocios de la “familia” en el poder.
El régimen ha creado un ministerio para perseguir la corrupción, esto indica las dimensiones de la corrupción en el país. Pero  desafortunadamente, al igual que en los países latinoamericanos, la corrupción que se combate es la “buena”, la que crea riquezas y burguesía, la de los que superviven por debajo de la ley. El Período Especial destapó el deseo de “democratizar” la modernidad que disfrutaba solo la “familia” gobernante y ahora no lo puede satisfacer sin producir cambios fundamentales. El ministerio que vigila la corrupción es uno de los organismos encargados de evitar que los cubanos tengan derecho a disfrutar de los beneficios del mundo moderno y democrático: derecho a propiedad privada, libertad de expresión, de viajar, de asociación y reunión, entre otros.


Finalmente, esta nueva burguesía carece, como en otros tiempos, y como también sucede en América Latina, de conciencia de clase, como diría Karl Marx. Ve en los privilegios que otorga la “familia” la única fuente de supervivencia. No se considera con fuerza suficiente para defender sus propios intereses. Se siente cómplice política del régimen y culpable moralmente por el modo en que obtiene sus “riquezas”, y hasta hace poco terminaba defendiendo el status quo.


La corrupción no empezó en la Cuba fidelista de un virus capitalista que se fue colando por las fisuras o decadencia del socialismo. Ni tampoco nació por las reformas económicas que impuso al régimen la desaparición del comunismo. Ambas son explicaciones simplistas, contrarias a la realidad y la historia. Desde que la dirigencia revolucionaria llegó al poder en 1959, manejó los recursos del Estado cubano en forma patrimonial. Usó y se apropió de bienes públicos para beneficio personal. El mismo Fidel fomentaba tales vicios, cuando a los pocos meses de estar en el poder, “por razones de seguridad”, vivía en varias residencias, cuyos “fugitivos” dueños eran conocidos malversadores del erario público; mantenía estilos de vida que contrastaban con la espartana prédica revolucionaria y le regaló mansiones, yates y carros de lujo a sus protegidos y allegados, todos bienes supuestamente “recuperados” del batistato, antiguo régimen recién depuesto.
Ya en los primeros años de la Era Revolucionaria recibir un Rolex, resistente al agua, del Máximo Líder pasó a ser un símbolo de la “generosidad del gobernante” con sus “siempre fieles”. Dentro de la actual sociedad cubana la corrupción no es la excepción, sino la norma. La corrupción en Cuba se encuentra tan amplia como arraigada. Es un fenómeno estatal que desciende desde lo alto de la organización gubernamental hasta los más humildes estratos de la sociedad. Es un modelo paradigmático que se ejecuta por un simple impulso imitativo . La Cuba socialista es una sociedad delictual donde el delito opera en dos vertientes básicas. Por una parte, el delito es tenido por el
Estado cubano y utilizado por él como una forma de gobierno. Y por la otra, es asumido por la población como un medio de subsistencia . Por ello, la corrupción llega a todos los niveles, gubernamental y no gubernamental, estatal y no estatal; privado, mixto y público; burocrático y político. Afecta a leales, neutrales y opositores del sistema. Se encuentra en empresas grandes, pequeñas, medianas y micro, no importa que sean centralizadas o descentralizadas, formales o informales.


Para mí, el mayor delito y la mayor inmoralidad es practicar el colonialismo interno, es decir, en tiempo la materia prima se procesaba en la metrópolis y se revendía al productor; hoy el producto del productor llega al productor si desde fuera y con divisa le hacen la compra; de ese modo se enriquece el gobernante con el sudor del pueblo. Esta venta tiene lugar tanto en las llamadas shoppings como en Internet, en páginas como Regalos a Cuba. Si la razón de este ingreso de divisa fuera adquirir para el pueblo con ella, la argucia podría tener hasta su gracia. Pero ésto queda descartado visto el lamentable estado de los hospitales cubanos, de las calles , del mal uso que se da al cemento, al yeso, etc.
Es muy improbable que un turista caiga en un hospital cubano o se "pierda" por las cochambrosas calles de La Habana, sin agua corriente ni electricidad.


Los desvios de recursos sobre todo de comida han de consentirse no por piedad de relajar la rígida norma socialista, sino para justificar la propia corrupción y desvío de recursos al área dolar y fomentar la demanda al familiar extranjero de insumos y remesas cuyo pago supone una entrada directa de divisa a los generales empresarios. Mucha de la la investigación del ministerio anticorrupción  se hace para controlar a los listos que le roben a Ramiro Valdés demasiada venta. Todos estos hijos de su madre deben de tener su gallinita echada en Suiza preparando su huída, si les da tiempo antes que Raúl apriete el botón nuclear cuando el agua del cambio les llegue al Palo Mayor.
Tomado en parte de un estudio sobre auditorias futuras en Cuba.

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