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Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

lunes, 24 de mayo de 2010

Tierra trágame.

Hoy me levanté con ganas de autolesionarme haciendo exámen de conciencia en ¿carne ajena?
Me da vergüenza ser cubano, a veces. Yo jamás querría tener que presentarle a alguien su primer cubano, y que me tocara hacerlo con un Rolandito Barral o una Alicia Alonso. Cómo explicar la cara de batistiano relamido mostrando sus sortijones para que la cámara televisiva bien los capte, o a la estirada bruja momificada de la Alonso besando al comandante, con esa cara que hace a la madrastra de Cenicienta parecer Teresa de Calcuta.
Pero cómo explicar también a los menos conocidos. A ese barrigón cargado de oro en plena playa hablando mierda con el trago en la mano, o al que dice que en Cuba el cielo es más azul que en Miami, o que allí no hace calor, o que allí la guayaba no coge bichos, o lo peor: a ese a quien le cuentas algo que a ñel nole consta, porque lo vivió otra persona, y simplemente porque no le gusta la historia no le viene bien, declara sin pestanear :
- Eso es mentira.
A qué explicarle la mala educación que supone tomarte por bobo crédulo descerebrado, o a tu amigo de quien le constaste por mentiroso.
 ¿Cómo explicarle a un americano- que de todos modos se caga en todos nosotros- que no queremos más Fidel allí, cuando ven a un millón de borregos en la Plaza Cívica gritando consignas contra los USA y agitando banderitas con fuerza proporcional al deseo de que reaparezca el arroz, porque de algún modo el autoembargo aprieta cuando el régimen está enojado con el pueblo?
Somos lo que somos, tenemos lo que nos merecemos y volveremos a tenerlo.
Hacemos bueno el surrealista postulado de aquel político español que se definió diciendo " no soy de derechas ni de izquierdas, sino todo lo contrario" 
O aquel que oí  "qué pena que no sea pecado para cometerlo". Estamos entregados a toda la maldad y a todo lo lúdico, caiga quien caiga. Por la parte buena, somos tan alegres de vivir y risueños como los brasileños, pero coño, ellos tienen filósofos y teólogos, eso de que en una playa mirando un culo comerse la cabeza para qué, noes tanreal para ellos.
 Podemos soñar, y será una realidad cercana, que el feudo de los hermanos Castro caiga y que seremos prósperos de nuevo, y desempolvaremos el busto de Martí -y ya por supuesto también el de OZT- una vez al año y festejaremos, pero nadie nos librará de nosotros mismos.

1 comentario:

  1. Pedro.
    He leído su comentario en Octavo Cerco. Seguí el enlace en su nombre y me encuentro el comentario en este blog.
    Tiene usted razón en lo que afirma pero no hay que sentir vergüenza de ser cubano.
    Yo no nací en Cuba ni tengo ciudadanía cubana pero me siento cubana y llevo mi cubanía con orgullo donde quiera que esté.

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