Fuente Dcuba.net
"La Venus de ébano concede una mirada desafiante, pero sigue su camino dejando una estela de suspiros y comentarios sobre las orquídeas estampadas en sus calzas carmesí. En la escena se reflejan dos características más, en este caso de la mujer cubana: adoran los colores chillones y –que se sepa– ni la más hermosa le baja la mirada a un hombre que no le falte el respeto.
Al caminar por cualquier barrio habanero se descubre que el cubano vive con las puertas y ventanas abiertas y parlotea de balcón a balcón. Además les resulta inconcebible que dos personas desconocidas entre sí bajen por un ascensor* sin entablar una conversación. Tomándose la cuestión un poco más en serio, un intelectual vasco de apellido Boncenigo visitó Cuba en los años cincuenta y caracterizó a sus habitantes como personas que “beben en una misma copa la alegría y la amargura… se toman en serio los chistes y hacen de todo lo serio un chiste; creen en Dios, en Changó y en el horóscopo chino al mismo tiempo. Y aman las contradicciones: llaman monstruos a las mujeres hermosas y bárbaros a los eruditos”.
El béisbol es el deporte nacional en Cuba y lo juegan en las calles desde los niños pequeños hasta hombres ya creciditos. Para llevarse una imagen muy concreta del típico cubano, el viajero puede acercarse cualquier día y sin hora fija al Parque Central –en La Habana Vieja– en busca de una “esquina caliente”. Se las identifica por el grupo de aficionados al béisbol que se arremolinan de manera espontánea en el vértice de dos veredas para polemizar sobre sus equipos favoritos.
En las “esquinas calientes” brota la cubanía a borbotones. Los gritos desaforados se superponen con diálogos simultáneos imposibles de seguir por un ser humano en sus cabales. Los polemistas gesticulan a mil por hora y señalan a su interlocutor con el dedo o con un Gramma enrollado para que al menos sepa que le está hablando a él. A veces parecen a punto de irse a las manos y se expresan con un convencimiento absoluto de que lo que cada uno dice es lo correcto. Pero en verdad no es más que otra parte del juego. Estas escenas seguramente habrá visto el citado vasco Boncenigo cuando advirtió a los viajeros “no oséis discutir con ellos jamás. Los cubanos nacen con sabiduría propia y no necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto”.
* como si hubiera ascensores funcionando en ese barrio en PLENO CENTRO
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