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Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

lunes, 17 de mayo de 2010

Reina Luisa me desvela. El interés por Cuba se alimenta de cadáveres.

Sí, Reina Luisa me desvela. El interés por Cuba se alimenta de cadáveres. Por eso no dejarán que Coco Fariñas muera, salvo infección hospitalaria contraída, cosa común incluso en el capitalismo, pero que allí prevendrán muy mucho.
Para que no haya otro Orlando Zapata Tamayo, deben de estarlo cebando tan avanzadamente que ha su peso después de 80 días en huelga de hambre sólo es 3.5 kilos menor. Coco ya ha empezado a usar el plural mayestático, pero puede irse olvidando, no está entre mis preocupaciones.
Los desvelos que me asedian van por otro lado.
En inconcebible que nadie se presente en Cuba a formar lío ante la gravísima acción de no permitir a una madre visitar la tumba de su hijo, de profanarle esa tumba, porque es negra, y es pobre, y vive en el culo del mundo. 
Mi ayuda no consistirá en mandarle dinero para usar twitter, sino en denunciar el abuso desde aquí, a quienes lean. Ya ella tiene quien le mande saldo, pero le falta quienes planten su caso frente a los burós de la prensa mundial con un ¡me cago en la puta ¡ y ésto qué?!
La acción de Fariñas está saboteada, no lo dejarán morir, y por desgracia, hace falta otro cadáver para que Cuba salga en la prensa.
Esto es cruel, es soberanamente injusto.
Ocúpense de los vivos que sufren , que los muertos ni sienten ni padecen, aunque les profanen la tumba. Se lo digo yo.
Incluso él estará orgulloso de esa profanación por venir de quienes viene.
Orlando  Zapata Tamayo era y es la lengua cortada de Víctor Jara 
- ¿ alguien lo recuerda?-, que después de cercenada siguió cantando Te recuerdo Amanda.
Pero queda Reina Luisa, negra, pobre, y viviendo -en  distancia mediática-allá donde Jesucristo perdió la sandalia, sufriendo por no poder visitar, la pobre, la tumba de su hijo, convertida en centro de los odios y las iras de un régimen agonizante, despiadado y cruel que quiere morir matando, con la hija del dictador convertida en defensora de los gays, decorando con banderitas arcoiris una realidad pestilente, que arroja tinta de calamar para huir de las miradas agudas de los peces que la perseguimos y que siempre le damos alcance.

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