La carta de suicidio.
Yo leo con atención, y recuerdo a Felipe Rivero. Opinábamos igual, el machista y semi nazi pero inteligentísimo periodista cubano, a quien se negó el pan y la sal y hasta el permiso de residencia americano, por llamarlos por el nombre que merecen todos ellos.
Y fue culpable el State Department, que respaldó la conjura internacional dirigida por los comunistas para adueñarse de Cuba.
Así lo afirmo: los fabricantes de armas necesitaban vender, y necesitaban un enemigo cercano. Así se hicieron los conflictos de America Latina, auspiciando dictaduras para luego vender las armas para aplastarlas, y para aplastar a la guerrilla. Pero los líderes esbirros, los Somoza, los Trujillo, todos salvo los Duvalier en Haití dejaron a las guerrilla crecer, las fertilizaban para luego ir a Washington a pedir dinero, que se embolsaban en Suiza, del mismo modo como se lo embolsaban los senadores cubanos a quienes los yanquis daban dinero para construir escuelas en zonas rurales donde querían poner un central.
Lo demás, es bobería.
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