Origen de la palabra gilipollas.
En Madrid está la calle Gil Imón, haciendo de travesaño entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia. Es una calle dedicada al que fue alcalde de la capital, D. Gil Imón, por los tiempos de doña Mariquita de mi corazón, cuando el duque de Osuna organizaba sus célebres bailes, a los que acudía la crema social, para poner en el escaparate familiar a lindas damitas de la buena sociedad, como oferta casadera, las cuales acudían ataviadas con su miriñaque de fino muaré. A las damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas", que en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) llevan, como sexta acepción, figurada y familiarmente, el significado de jovencitas, algo que hoy se ignora, por amor del lenguaje, que en la actualidad se ha vuelto recio y tosco: la polla de entonces es la "tía" de ahora , pero la "polla" de hoy es otra cosa , que en Cuba se llama pinga, en Argentina pija, y enmuchos países verga, palabra que donde yo vivo significa alambre. -Para sujetar eso búscate una verga gruesa.
El tal Don Gil era un personaje de relieve y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. El hombre, después sus funciones como alcalde , se sentía obligado a responsabilizarse de sus deberes familiares, entre los que por lo visto se encontraba "colocar" en la escena social a sus hijas , feuchas pero en edad de merecer , o sea no muy sobradas de gracia, y como diría un castizo, hasta un tantico tontuelas. Se las llevaba a todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad municipal, tenía que acudir.
Tras la imponencia de unos bigotes municipales, se ocultaba un corazón de padre.
El tal Don Gil era un personaje de relieve y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. El hombre, después sus funciones como alcalde , se sentía obligado a responsabilizarse de sus deberes familiares, entre los que por lo visto se encontraba "colocar" en la escena social a sus hijas , feuchas pero en edad de merecer , o sea no muy sobradas de gracia, y como diría un castizo, hasta un tantico tontuelas. Se las llevaba a todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad municipal, tenía que acudir.
Tras la imponencia de unos bigotes municipales, se ocultaba un corazón de padre.
- ¿Ha llegado ya Don Gil?
- Sí, ya ha llegado Don Gil y, como siempre, viene acompañado de sus pollas.
D. Gil departía animadamente con los próceres de la actualidad, y, mientras tanto, sus pollitas iban a ocupar algún asiento que descubrieran desocupado, a esperar a que algún pollo (en masculino (solía aderezarse con pera:"pollo-pera") se les acercase, cosa siempre poco probable. La situación, una y otra vez repetida, dio lugar a la asociación mental de tontuelidad con D. Gil y sus pollas.
Los tontos toda la vida se clasificaron en dos bandos : el que sabe que lo es y el que no. En aquellos años ricos en adjetivos y matices existían para llamar al tonto en general tantos términos como bambarria, menguado, zampatortas, chirrichote, rudo, zamacuco, papanatas, tolondro, ciruelo, zote, mamacallos, mameluco, majadero, zopenco, mastuerzo, borrico, tonto, necio, obtuso, imbécil, mentecato, idiota, torpe, lelo (Sinónimos del Diccionario Ideológico de Casares). Madrid quiso matizar y hallar algo especial para el tonto que no tiene la menor idea de lo tonto que es.
Pero ¿cómo describir esa circunstancia tan compleja de tontuelidad inconsciente? Decía padre Ramón que el que es tonto y lo sabe no es tonto del tó. Los imaginativos y bien humorados madrileños lo tuvieron fácil: para expresar la idea de tontuelo, tontaina, tontucio, tontuelidad integral e inconsciente : Gil (D.Gil)-y-pollas (las dos jovencitas hijas suyas) = gil-i-pollas.
Y así nació y cundió la especie de dicha palabra castiza por el "todo Madrid", siendo después exportada al resto de España, y ganándose a pulso el derecho de entrar en la Real Academia Española.
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