Y mientras lo hace, llama a esto desmentido. Y la legión de fidelistas suspiran tranquilos:
-Ya lo ha desmentido. Ya me parecía a mí.
Aquí ocurrió algo así:
- entrevistado Pepe: -Mi casa es una mierda.
- periodista Juan : "Pepe ha dicho que su casa es una mierda".
- entrevistado Pepe: -El periodista Juan me ha malinterpretado. Cuando me ha preguntado por mi casa, le he dicho que es una mierda. ¡Pero imagínense! Las casas de los otros barrios no sirven, cuanto menos la mía, que está en otra clase de barrio. Debo aclarar que Juan es un gran periodista que no inventa palabras, pero que las interpreta.
Lo que cuenta, insisten en decirnos, es que Fidel afirma me malinterpretó. Aunque obviamente no sea así. Y Fidel es de los pocos que conozco capaces de tenernos hablando y escribiendo sobre semejante imbecilidad.
No merecería repasar este insulto a la inteligencia del respetable público, a ambos lados de la barrera de tiburones caribeños. Pero como episodio para la historia merece la pena revisarlo y retratar lo que es el flautista de Hamelín es en su estado puro, es decir impuro, y lo que son la legíón de ratas que le siguen. Que se distinguen de mí en que al menos yo veo el engaño y me siento a salvo.
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