Vivía Franco. Los gays y lesbianas no podían existir públicamente. Y los heteros…No quedaban tan atrás los camisones de mujer* con un agujero para practicar el sexo, ni la todas las mujeres que sabían qué era eso que les hacía el marido después de casarse.. Dichos camisones no es que fueran de uso extenso, pero tamposo son ficción. Naturalmente en los pueblos siempre hubo roces y cópulas en el pajar, y no pocas las que por ocultar la horrible desvergüenza se metían a monja o entregan al niño en otra ciudad a la que se iban a trabajar (a parir) un tiempo. El rezo del rosario era obligatorio..En Cataluña no podía hablarse el catalán ni enseñarse. En el país vasco lo mismo con su idioma. Ni se sabía el nombre ella de las banderas regionales, los pueblos las habían olvidado, como en Cuba el nombre de muchas especias y las recetas.
Quien conseguía un libro prohibido conseguía algo tan valioso como una revista pornográfica. Cantar la internacional ocultos en un bosque de camping, pues la libertad de reunión estaba cercenada, era un orgasmo, casi tan grande como correr detrás de los grises apedreándolos mientras as su vez estos disparaban – y tiraban a dar. Franco tenía informantes de cuando habría manifestaciones y programaba para esa fecha y hora un partido de fútbol. Miren qué parecido a Fidel era el viejo- que ni siquiera las permite. Con Franco se caían los prisioneros conflictivos desde los quintos pisos, haciéndose mierda, y a ninguno policía podías llamarle cabrón ni hijo de puta y menos pedirle que te enseñara la documentación ni denunciarle.
Y de repente se murió Franco, llegó el Rey. O lo llegaron, más bien, porque se aseguró de que el hijo y no el padre fuera rey; por rollos personales que no vienen al caso, ya que el enano cabrón infiltrado hasta en la cama de los españoles era gallego y tan rencoroso y vengativo como Fidel. Y ese Rey le salió rana a Franco. Trajo todas las libertades, incluyendo la amnistía para los comunistas presos y otros por razones políticas. Permitió todos los partidos, desde el azul falangista más brillante hasta el rojo más oscuro. Todo lo que acabaras en –istas podía hacer sus listas de futuros ministros y parlamentarios.
De repente los de la edad y calaña de Sócrates se sentían desorientados. Ya no había que esconderse para alzar el puño. Recuerdo como la gente escribía antiguas ‘audacias’ en el sobre de las cartas, como los nombre prohibido de su región en lengua vernácula, dibujar la hoz y el martillo o cualquier consigna.
El rey y el sistema democrático surgido, con ellos y con ciertos extremistas se equivocó, trabajando duro por su libertad. No querían libertad, querían imponer su idea. Ya habían apuntado sus planes, recomendando la abstención y el voto negativo a la Constitución y a toda reforma democrática. Y lo hizo mucho más la socretinada roja que los fachas herederos directos del caudillo, que seguían soñando una España de obligada habla española y católica y apostólica, con derecho a nombrar obispos.
Entonces ,llegada ya la democracia por voluntad del pueblo, la izquierda comenzó a sentirse decepcionada. Felipe el socialista metía a España ¡en el bloque OTAN, el mismo de los USA! Y Carrillo el zorro y simpático comunista que nunca llegó a mandar, predicaba el eurocomunistmo que nadie supo nunca qué era , pero o sea, estaba lleno de libre empresa y libertades. ¿qué comunismo era ese? Ninguno, mantener el nombre con inmensa dosis de confianza en la masa imbécil roja. La minoría de inteligentes comprendía muy lentamente – no olvidemos la tara y el adoctrinamiento- las mentiras de los logros soviéticos y cubanos, aunque era muy pronto aún, y aún calentaban los rescoldos de la lucha triunfal contra Pinochet y Videla, que no supieron ser más asesinos ni impopulares, dando razón de ser a la izquierda antiyanqui -dos cosas que van parejas aunque nada tengan que ver, ya que en los USA hay partido comunista de toda la vida desde 1919 hasta hoy http://cpusa.org/
Ni el tiempo ni la evidencia del fracaso rojo especialmente en Cuba ha satisfecho a la socretinada, por obligarles a someterse a la democracia.
Quien conseguía un libro prohibido conseguía algo tan valioso como una revista pornográfica. Cantar la internacional ocultos en un bosque de camping, pues la libertad de reunión estaba cercenada, era un orgasmo, casi tan grande como correr detrás de los grises apedreándolos mientras as su vez estos disparaban – y tiraban a dar. Franco tenía informantes de cuando habría manifestaciones y programaba para esa fecha y hora un partido de fútbol. Miren qué parecido a Fidel era el viejo- que ni siquiera las permite. Con Franco se caían los prisioneros conflictivos desde los quintos pisos, haciéndose mierda, y a ninguno policía podías llamarle cabrón ni hijo de puta y menos pedirle que te enseñara la documentación ni denunciarle.
Y de repente se murió Franco, llegó el Rey. O lo llegaron, más bien, porque se aseguró de que el hijo y no el padre fuera rey; por rollos personales que no vienen al caso, ya que el enano cabrón infiltrado hasta en la cama de los españoles era gallego y tan rencoroso y vengativo como Fidel. Y ese Rey le salió rana a Franco. Trajo todas las libertades, incluyendo la amnistía para los comunistas presos y otros por razones políticas. Permitió todos los partidos, desde el azul falangista más brillante hasta el rojo más oscuro. Todo lo que acabaras en –istas podía hacer sus listas de futuros ministros y parlamentarios.
De repente los de la edad y calaña de Sócrates se sentían desorientados. Ya no había que esconderse para alzar el puño. Recuerdo como la gente escribía antiguas ‘audacias’ en el sobre de las cartas, como los nombre prohibido de su región en lengua vernácula, dibujar la hoz y el martillo o cualquier consigna.
El rey y el sistema democrático surgido, con ellos y con ciertos extremistas se equivocó, trabajando duro por su libertad. No querían libertad, querían imponer su idea. Ya habían apuntado sus planes, recomendando la abstención y el voto negativo a la Constitución y a toda reforma democrática. Y lo hizo mucho más la socretinada roja que los fachas herederos directos del caudillo, que seguían soñando una España de obligada habla española y católica y apostólica, con derecho a nombrar obispos.
Entonces ,llegada ya la democracia por voluntad del pueblo, la izquierda comenzó a sentirse decepcionada. Felipe el socialista metía a España ¡en el bloque OTAN, el mismo de los USA! Y Carrillo el zorro y simpático comunista que nunca llegó a mandar, predicaba el eurocomunistmo que nadie supo nunca qué era , pero o sea, estaba lleno de libre empresa y libertades. ¿qué comunismo era ese? Ninguno, mantener el nombre con inmensa dosis de confianza en la masa imbécil roja. La minoría de inteligentes comprendía muy lentamente – no olvidemos la tara y el adoctrinamiento- las mentiras de los logros soviéticos y cubanos, aunque era muy pronto aún, y aún calentaban los rescoldos de la lucha triunfal contra Pinochet y Videla, que no supieron ser más asesinos ni impopulares, dando razón de ser a la izquierda antiyanqui -dos cosas que van parejas aunque nada tengan que ver, ya que en los USA hay partido comunista de toda la vida desde 1919 hasta hoy http://cpusa.org/
Ni el tiempo ni la evidencia del fracaso rojo especialmente en Cuba ha satisfecho a la socretinada, por obligarles a someterse a la democracia.
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