Es el colmo del cinismo.
lean
En su opinión, Obama ha "dividido en dos el bloqueo, como si ello fuera
posible", y de manera "inteligente" lo usa como "las dos tenazas de una
tijera contra Cuba". Según su tesis, el mandatario adopta de una parte
medidas que buscan facilitar el acercamiento con la sociedad civil cubana
y, por otra, "aprieta la mano contra el gobierno" cubano.
lunes, 23 de agosto de 2010
domingo, 22 de agosto de 2010
Quien tiene un amigo, tiene un tesoro.
Tengo un nuevo amigo virtual, de Brasil. Está estudiando español por su cuenta . Mi chará
( tocayo ) Pedro vive en una de las regiones más pobres de su país, Vitória Espírito Santo (en la foto) , sin embargo cursa estudios universitarios, Ciencias Sociales. Va a ser un diplomado, alguien con estudios superiores que superará sus circunstancias geo-humanas con su esfuerzo y empeño.
Mi chará se compara a sí mismo con los otros, y se halla un privilegiado.
Quise preguntarle si el hecho de sus estudios se debía únicamente a sus buenas notas. Me respondió que también se trata de una cuestión cultural, de persistir en la superación.
Le pregunté, porque la propaganda de mi país siempre afirma que el capitalismo y el racismo niegan oportunidades.
Y no es así.
Cuando miro las fotos veo un pueblo más libre que el mío y mucho más feliz, un pueblo que sale a pescar si quiere y que no tiene que lamerle el trasero a nadie para ser lo que quieran ser en la vida.
Quien vive libre vive en el cielo y quien encuentra un amigo encuentra un tesoro y yo le encontré.
Violar la mente, el alma, exponerla juzgada y abierta en canal.
Qué invasión de la privacidad, impensable, apenas made in cuba, donde cobra mayor importancia lo que dijeron que lo que hicieron, para empezar.
Damos por sentado la violación, y apenas nos duele la mala perfomance del violador, su falta de maestría, de cualificaciones para juzgar nuestro interior hecho suyo por fuerza, en nombre de -nunca lo tendre claro - de un dios vere olivo maloliente o de una programación genética para el chisme y la pornografía cognitiva.
En Cuba no hay más secreto profesional que la siguiente movida del dictador en su poltrona.
Leer aquí.
Para completar la jornada, una mujer desconocida −funcionaria de Cultura− se aproximó para preguntarme quién era “realmente” el autor del poema y que le enseñara otros que hubiese escrito… Caí en la trampa, pues pensaba que sus dudas sobre la autoría se debían a mi edad y me ofrecí, orgullosa, a enseñarle los otros textos… Aquella mujer con un look poco “artístico” −nunca olvidaré aquella apreciación: tenía pantalón de láster, nada más incongruente en la “farándula”− me acompañó a casa y hojeó con desprecio mis libretas escolares llenas de poemas, mientras me preguntaba si no tendría algún otro texto que no fuese de mi puño y letra, o si estos los había copiado de alguien.
Al ver los textos marcados con tinta roja y algunos versos rehechos palmeó la libreta con furia y me preguntó quién era el dueño de aquellos subrayados. Ya por entonces pude intuir que algo andaba mal y le dije, con la cara más inocente de mi repertorio, que había sido mi padre, el único que revisaba mis poemas. Me devolvió la libreta y me aconsejó que no me dejara guiar por ciertos escritores del Taller que podrían ser una mala influencia… Nunca más la volví a ver, ni supe exactamente qué era lo que quería, aunque podía sospecharse. Probablemente buscaba (¿o buscaban?) descubrir si habría “alguien” escondido tras mi fachada de niña buena, algún ghost writer que no daba la cara y que ejercía alguna influencia sobre mí.
Mirta Suquet
Damos por sentado la violación, y apenas nos duele la mala perfomance del violador, su falta de maestría, de cualificaciones para juzgar nuestro interior hecho suyo por fuerza, en nombre de -nunca lo tendre claro - de un dios vere olivo maloliente o de una programación genética para el chisme y la pornografía cognitiva.
En Cuba no hay más secreto profesional que la siguiente movida del dictador en su poltrona.
Leer aquí.
Para completar la jornada, una mujer desconocida −funcionaria de Cultura− se aproximó para preguntarme quién era “realmente” el autor del poema y que le enseñara otros que hubiese escrito… Caí en la trampa, pues pensaba que sus dudas sobre la autoría se debían a mi edad y me ofrecí, orgullosa, a enseñarle los otros textos… Aquella mujer con un look poco “artístico” −nunca olvidaré aquella apreciación: tenía pantalón de láster, nada más incongruente en la “farándula”− me acompañó a casa y hojeó con desprecio mis libretas escolares llenas de poemas, mientras me preguntaba si no tendría algún otro texto que no fuese de mi puño y letra, o si estos los había copiado de alguien.
Al ver los textos marcados con tinta roja y algunos versos rehechos palmeó la libreta con furia y me preguntó quién era el dueño de aquellos subrayados. Ya por entonces pude intuir que algo andaba mal y le dije, con la cara más inocente de mi repertorio, que había sido mi padre, el único que revisaba mis poemas. Me devolvió la libreta y me aconsejó que no me dejara guiar por ciertos escritores del Taller que podrían ser una mala influencia… Nunca más la volví a ver, ni supe exactamente qué era lo que quería, aunque podía sospecharse. Probablemente buscaba (¿o buscaban?) descubrir si habría “alguien” escondido tras mi fachada de niña buena, algún ghost writer que no daba la cara y que ejercía alguna influencia sobre mí.
Mirta Suquet
Reinaldo Escobar :Los Idiotas
Yo hecho en falta , en ese artículo de Reinaldo su opinión personal. Como es corto aqui lo dejo, sacado de La sombra del Cubano, seguido de mi opinión.
Quizás por eso me sorprendió tanto que, en la última sesión del parlamento cubano este notable artista, luego de expresar que compartía las emociones de todos los presentes, dirigiéndose a Fidel Castro confesó: “Uno se siente medio idiota cuando le oye razonar a usted”. Lo sorprendente y al mismo tiempo reconfortante, es que en mi opinión el ex presidente no estaba diciendo nada del otro mundo, incluso sus palabras estaban llenas de lugares comunes y enormes errores científicos, históricos y políticos.
¿Será que cualquiera puede tocar bien el piano? No atesoro los méritos necesarios para llegar a ser diputado de ese parlamento, pero estoy de lo más optimista, ya siento el roce de las teclas debajo de mis dedos.
Fidel no es admirable nada. Ha llevado al país a la ruina, y lo ha justificado todo con mentiras. Era, sí, muy elocuente.
Era, era, era.
Pero ¿en qué se traducía eso?
En realidad se iba inventando las reglas del juego según jugaba, pues él jugaba solo, mientras nos iba convenciendo de que él era nosotros y él era Cuba; solo en parte había gente que se lo tragaba, ya que no quedaba de otra que aguantarse, por lo cual no es importante saber el número de idiotizados que se tragaban esa función de marionetas sin fijarse en los hilos, y alrededor de cuyos pescuezos se estrechaba la lazada.
Tantos fracasos como tuvo el Che -militarmente-, los tuvo Fidel en la economía de su país; la extensión de su ego bien es cierto que produjo ayuda internacional en médicos y maestros, pero fue por ego, y en definitiva es como llenar de joyas a la amante y tener a la mujer sucia mal nutrida y con la pata quebrada en casa.
Luz de la calle y oscuridad en su casa, es ser muy mala persona y pésimo gobernante.
Como no tengo gracia ni para tocar el timbre de una puerta, los artistas que ejecutan con virtuosismo algún instrumento musical despiertan en mí sensaciones entre la admiración y la envidia. Cuando, por ejemplo, Frank Fernández me conmueve con sus interpretaciones de Sergei Rachmaninov o Federico Chopin acabo por enojarme conmigo mismo por mi incapacidad para hacer algo semejante. Me hace sentir como un idiota.
Quizás por eso me sorprendió tanto que, en la última sesión del parlamento cubano este notable artista, luego de expresar que compartía las emociones de todos los presentes, dirigiéndose a Fidel Castro confesó: “Uno se siente medio idiota cuando le oye razonar a usted”. Lo sorprendente y al mismo tiempo reconfortante, es que en mi opinión el ex presidente no estaba diciendo nada del otro mundo, incluso sus palabras estaban llenas de lugares comunes y enormes errores científicos, históricos y políticos.
¿Será que cualquiera puede tocar bien el piano? No atesoro los méritos necesarios para llegar a ser diputado de ese parlamento, pero estoy de lo más optimista, ya siento el roce de las teclas debajo de mis dedos.
Fidel no es admirable nada. Ha llevado al país a la ruina, y lo ha justificado todo con mentiras. Era, sí, muy elocuente.
Era, era, era.
Pero ¿en qué se traducía eso?
En realidad se iba inventando las reglas del juego según jugaba, pues él jugaba solo, mientras nos iba convenciendo de que él era nosotros y él era Cuba; solo en parte había gente que se lo tragaba, ya que no quedaba de otra que aguantarse, por lo cual no es importante saber el número de idiotizados que se tragaban esa función de marionetas sin fijarse en los hilos, y alrededor de cuyos pescuezos se estrechaba la lazada.
Tantos fracasos como tuvo el Che -militarmente-, los tuvo Fidel en la economía de su país; la extensión de su ego bien es cierto que produjo ayuda internacional en médicos y maestros, pero fue por ego, y en definitiva es como llenar de joyas a la amante y tener a la mujer sucia mal nutrida y con la pata quebrada en casa.
Luz de la calle y oscuridad en su casa, es ser muy mala persona y pésimo gobernante.
La decisión de salir de Cuba
Causa. Leer más aquí.
En esa fecha, su hermano Fidel, en medio de un arrebato colectivista desaconsejado por casi todo el mundo, y especialmente por el vicepresidente Carlos Rafael Rodríguez, un viejo comunista que exhibía ciertos vestigios de prudencia, confiscó y estatizó casi 60,000 microempresas que todavía estaban en manos privadas, dado que las grandes y medianas ya habían sido engullidas en los primeros dos años de dictadura. A ese empobrecedor disparate Fidel le llamó ``una ofensiva revolucionaria''.
Con un estalinista chasquido de sus dedos, el Comandante acabó con los pequeños restaurantes, las empresas familiares, los talleres que reparaban toda clase de objetos, los sastres y costureras, los barberos, los electricistas, fontaneros, carpinteros y el resto de los artesanos y técnicos especializados que aliviaban un poco los horrores del sector público de la economía, ya muy afectado por la torpeza burocrática, la escasez y la inflación. A los pocos meses el purgatorio comunista se había convertido en un verdadero infierno: casi nada se podía arreglar o reemplazar. La decadencia material del país se aceleró hasta llegar a lo que es hoy día: un país en ruinas que parece haber sido bombardeado por algún enemigo inclemente.
Nuestro caso
Dicen que las cosas de Palacio van despacio. Yo digo que más despacio va la paciencia para adaptarse a ese descalabro, sobre todo cuando no hay más remedio. Varios sucesos a partir ese momento incidieron sobre mi padre, el jefe, hasta decirse a salir del país, lo sucedido a él pesó más que todo. Siempre lo decidió todo tarde en la vida, desde solicitar teléfono sacarse el carnet de conducir. Nuestra familia importante estaba ya toda fuera.
Yo recuerdo aquel comentario en repentina voz baja: "ahora sí que no hay nada". Fue en el salón de mi madrina, y la única réplica fue la el balanceo silente de los sillones. Por supuesto, no ubico el momento exacto, que tiene esa misma importancia nada importante del momento en que un enfermo deja de respirar,pero debió de ser entre el 68 y el año posterior a aquel que los diez millones "no fueron".
Para mi madre, el punto de inflexión y momento de volver a dejar caer la idea de irnos, fue presenciar como una mulata clavaba su tacón en el cráneo de un viejo que se le coló en la fila que esperaba para comprar en la Antigua Chiquita; el viejo cayó muerto, se los llevaron a los dos, y decían que horas más tarde ella volvió tan pancha, pues debía ser amiga de alguien. Mientras llegaba su turno llegó otra perseguidora y se llevo a un viejo que vendía escobas fabricadas por el con palos viejos.
Pocos días después la vecina le soltó a mi madre que cuando carajos iba a poner Fidel esta es tu casa. Mi madre replicó, cuando la del comité me lo pida, pero entonces le diré que tú le cambias tus cigarros a mi marido por los peines de hueso que él fabrica en casa.
Salimos del país al poco. Imagino que lo primero que pusieron los nuevos inquilinos fue la calcomanía. Por fin mi casa ya era revolucionaria. Las primeras letras que recibimos dejaban claro, como si nos importase un pito, que habían dado el apartamento "a una gente de color".
En esa fecha, su hermano Fidel, en medio de un arrebato colectivista desaconsejado por casi todo el mundo, y especialmente por el vicepresidente Carlos Rafael Rodríguez, un viejo comunista que exhibía ciertos vestigios de prudencia, confiscó y estatizó casi 60,000 microempresas que todavía estaban en manos privadas, dado que las grandes y medianas ya habían sido engullidas en los primeros dos años de dictadura. A ese empobrecedor disparate Fidel le llamó ``una ofensiva revolucionaria''.
Con un estalinista chasquido de sus dedos, el Comandante acabó con los pequeños restaurantes, las empresas familiares, los talleres que reparaban toda clase de objetos, los sastres y costureras, los barberos, los electricistas, fontaneros, carpinteros y el resto de los artesanos y técnicos especializados que aliviaban un poco los horrores del sector público de la economía, ya muy afectado por la torpeza burocrática, la escasez y la inflación. A los pocos meses el purgatorio comunista se había convertido en un verdadero infierno: casi nada se podía arreglar o reemplazar. La decadencia material del país se aceleró hasta llegar a lo que es hoy día: un país en ruinas que parece haber sido bombardeado por algún enemigo inclemente.
Nuestro caso
Dicen que las cosas de Palacio van despacio. Yo digo que más despacio va la paciencia para adaptarse a ese descalabro, sobre todo cuando no hay más remedio. Varios sucesos a partir ese momento incidieron sobre mi padre, el jefe, hasta decirse a salir del país, lo sucedido a él pesó más que todo. Siempre lo decidió todo tarde en la vida, desde solicitar teléfono sacarse el carnet de conducir. Nuestra familia importante estaba ya toda fuera.
Yo recuerdo aquel comentario en repentina voz baja: "ahora sí que no hay nada". Fue en el salón de mi madrina, y la única réplica fue la el balanceo silente de los sillones. Por supuesto, no ubico el momento exacto, que tiene esa misma importancia nada importante del momento en que un enfermo deja de respirar,pero debió de ser entre el 68 y el año posterior a aquel que los diez millones "no fueron".
Para mi madre, el punto de inflexión y momento de volver a dejar caer la idea de irnos, fue presenciar como una mulata clavaba su tacón en el cráneo de un viejo que se le coló en la fila que esperaba para comprar en la Antigua Chiquita; el viejo cayó muerto, se los llevaron a los dos, y decían que horas más tarde ella volvió tan pancha, pues debía ser amiga de alguien. Mientras llegaba su turno llegó otra perseguidora y se llevo a un viejo que vendía escobas fabricadas por el con palos viejos.
Pocos días después la vecina le soltó a mi madre que cuando carajos iba a poner Fidel esta es tu casa. Mi madre replicó, cuando la del comité me lo pida, pero entonces le diré que tú le cambias tus cigarros a mi marido por los peines de hueso que él fabrica en casa.
Salimos del país al poco. Imagino que lo primero que pusieron los nuevos inquilinos fue la calcomanía. Por fin mi casa ya era revolucionaria. Las primeras letras que recibimos dejaban claro, como si nos importase un pito, que habían dado el apartamento "a una gente de color".
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