Sobra decir que ni me planteo si los países deben poner freno a la
agresividad contra la libertad de expresión y de cultura. A nadie
engañan más con lo de que el Islam es paz y amor. Estas hordas de insatisfechos con la vida afectiva llenos de odio se matan entre ellos mismos cuando no tienen nada que hacer o pierde el Barcelona...En Kabul, en Estambul, donde sea.
El problema es muy
serio porque están por todas partes. Los dictadores al menos se confinan
cada uno a su país, pero estas hordas histéricas hacen de cada país un
Hitler reaacionando ante un judío, un Putin reaccionando ante un
crítico, un Castro reaccionando ante un remolcador 13 de marzo que
intenta huir en la noche, aunque esté cargado de mujeres y niños.
El
islamismo radical se ha mestatatizado por doquier. La peor manera de
tranquilizarlos es pedir disculpas, como hizo la Clinton. Bajarse el
pantalón ante ellos es invitarlos a que te violen. Hay que hacer algo,
con la ley en la mano, hay que pensar cómo hacerles someterse al respeto
y la tolerancia. Pero la humanidad les tiene miedo. La lucha contra
ellos traerá sangre, poca si se actúa ahora y mucha si deja para más
tarde.
No puede Europa invulucionar desde un estado laicista a religioso radical y al miedo a abrir la boca por el peligro físico.
En
algún lugar va a nacer algún día su propio Hitler, porque está
acumulando mucho resentimiento contra ellos. El noruego ultraderechista
que mató a 77 personas tuvo la cobardía de elegir latinos, como si el
pelo oscuro fuera lo más cerca que su valor le permitía llegar de la
venganza.
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