España se lleva muy mal con los EEUU, ya que los culpa de
haber perdido a Cuba y a Filipinas así como de haberles negado la ayuda del
Plan Marshall en una época que la necesitaban. Los izquierdistas olvidan que se
la negaron al dictador Franco precisamente por ser dictador y haber estado del lado de Hitler, y olvidan que
los EEUU lucharon del lado republicano comunista. Este dato cae en el vacío de la pre-rabia por
perder sus últimas colonias, de moso que es olvidado. España imita a los EEUU y
comparte más de lo que cree con ellos, pese a la inquina en contra, capaz, por
ejemplo, de Francisco Franco haber regalado a Castro barcos y barcos
camaroneros y éste haber decretado una semana de luto nacional a la muerte del
dictador.
Igual que los EEUU, España adora creer que es admirable y
sobre todo, admirada en el mundo entero. También ignora que no es así. Pero a
diferencia de los yanquis, le importa mucho la opinión ajena. Por eso deseo
ardientemente que algún diario estadounidense dedique un extenso artículo a las
chapuzas judiciales de aquí, al nepotismo prevaricación y falta de empatía con
las víctimas. Cierto que también en EEUU se practica eso de convertir a la
víctima en victimario, sobre todo en casos con connotaciones raciales o que
oscilen el trapecio de esa maldita plaga de lp políticamente correcto, que no
es sino una autocensura infame más elegante y dañina que la censura por decreto
ley. Pero en los EEUU se lucha eficazmente con la percepción de justicia. Hay cosas
que no ocurren cosas – o no ocurren dos veces- como que una antropóloga forense
socialista confunda -y lo afirme rotunda- huesos de niños con hustos de
pequeños roedores. Tampoco se contamina la camiseta de una niña asesinada con
el semen de un ciudadano usando una misma tijera para cortar las bolsas ni con
el ADN del propio agente de laboratorio y mucho menos se manipula esa
contaminación para eliminarla. No se
incinera el cadáver de una niña asesinada sin haberle tomado la temperatura
corporal ni muestras de líquido conjuntivo ocular, ni un juez se niega a recibir
del padre 600 horas de grabación de un infiltrado que puede arrojar luz sobre
el paradero de su hija muerta hace seis años, ni en los EEUU esas grabaciones son
inservibles por no haberlas autorizado un juez- o por haber caducado como los
yogures. Aquí los delitos tienen fecha de caducidad , y si aparecen pruebas
después de un tiempo son inutilizables así muestren al asesino matando grabado
en HD y sonido Dolby. Este es un país de mierda donde los jueces sueltan a
bandas de delincuentes peligrosos convictos y confesos, donde la eficacia de la
policía- fruto de ser un país de chismosos observadores donde todo se sabe y rápido-
queda embarrada por los celos profesionales entre los miembros de un equipo. Me
basta escuchar a Serafín Castro y a Beatriz de Vicente para comprobar que la
brillantez profesional queda opacada por su corporativismo y su egoísmo en
tener razón frente a quien sea, contra toda eficacia judicial y empatía por las
víctimas; aunque la expresen de palabra no sirve de nada porque es
escandalosamente inerte, ineficaz y vomitiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario