En ambas cosas coinciden Raúl Castro, alias la China, dictador presidente no elegido de mi país y el John Galiano.
Ser maricón es una opción legítima, aunque no lo es ser maricón de alma, y lo debo explicar porque en español usamos el término para calificar a alguien de requete hijo de puta. No inventé yo este uso, quizá poco afortunado, pero olvido los remilgos pensando en lo poco afortunado que es el pueblo que lo padece.
Raulita la china acaba de meter preso por quince años a Alan Gross, un judío que llevaba ordenadores a una pequeña comunidad judía de la isla.
Ya me dirán si no les queda claro cuál es el bloqueo de internet que sufre Cuba, cuál el de teconología, cual el de libertad.
Lo que da pena vergüenza es que no pongan el grito en el cielo los judíos, y que todo se limite a la 'exigencia inmediata' de Obama de que lo pongan en libertad, con lo cual no se limpiarán el orificio por donde Raúl recibe a los visitantes.
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