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Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

miércoles, 16 de junio de 2010

La rebelión de los pequeños.

muro
Sin que la opinión pública internacional lo advierta, algo empieza a cambiar en Cuba. Y no porque el Gobierno de los hermanos Castro haya dado un giro a su política caduca y represiva sino porque ciudadanos anónimos van horadando el muro totalitario que, grieta a grieta, acabará derrumbándose.
Y es que, a lo largo de la Historia, las minorías activas y resistentes han cambiado el rumbo de los acontecimientos. Aunque no salgan en la foto.
Así lo explica desde Cuba la filóloga y «bloguera» Yoani Sánchez en una Tercera de ABC.
Mª Ángeles Eyries
Los héroes no son -como nos quieren hacer creer- esos que siempre quedan bien en las fotos y tienen biografías repletas de supuestas hazañas. Cualquiera se convierte en protagonista de una época sin quererlo y provoca un punto de inflexión en la caprichosa historia desde un rostro anodino, unas manos temblorosas o una voz impresentable para las tribunas. Lo ocurrido en las últimas semanas en Cuba confirma cuán prescindibles son los salvadores carismáticos si las diminutas personas de una sociedad se deciden a no esperar por ellos. El hormiguero que componen los inconformes parece haber entrado en ebullición en esta isla y -lo más novedoso- ya no bastan las represalias y los castigos para calmarlo. La rebelión de los pequeños mina un sistema hecho a lo grande, destiñe un proceso político que ha querido mostrarse durante cinco décadas con los colores encendidos de la utopía.
Es cierto que las calles de nuestras ciudades no se ven llenas de manifestantes con carteles, pero tras las persianas de las casas los susurros de insatisfacción han crecido varios decibelios. Son esos seres anónimos quienes con un mohín de desagrado, un aplauso sin la energía de antaño y un comentario ácido sobre el curso de la situación están horadando un poder afincado en la inercia y el miedo. Algunas de estas expresiones de desilusión ganan también el espacio de las aceras, las oficinas, los viejos autos colectivos en los que una parte de la población se transporta. Las razones para tanta frustración radican no sólo en la gravedad de los problemas cotidianos, sino en la falta de expectativas para solucionarlos. Los cubanos estamos sumidos en la ineficiencia estatal, en una crisis económica ya crónica y en la falta de transparencia con el manejo de los recursos públicos. El soborno se ha instituido como método para saltarse las trabas burocráticas y la corrupción ha hecho metástasis en todas las esferas de la sociedad. A nuestro lado campean libremente el nepotismo, el beneplácito popular al mercado negro, la pérdida de confianza en las instituciones y el llamado «sociolismo» que crea una red infinita de favores y compromisos.
El deterioro progresivo ha desengañado incluso a quienes hace un par de años presenciaron ilusionados el ascenso de Raúl Castro a la presidencia. Apostaban por el hermano menor como la figura capaz de insuflar pragmatismo y eficiencia a un sistema sostenido sobre prohibiciones absurdas, excesivos controles y una inoperante estatalización. Para muchos de estos convencidos raulistas, la indecisa y torpe gestión del General les ha llevado a concluir que la revolución, el proceso, esto, o como cada cual quiera llamarle, consumió hace décadas su combustible inicial y agotó cualquier vestigio de iniciativa renovadora. Los nombres de quienes hasta hace poco aplaudían y prestaban su prestigio para sostener el status quo han comenzado a ser asociados con la crítica y la decepción. La revuelta de los propios, podría llamársele, si no fuera porque nos queda la duda de si algún día realmente creyeron en lo que decían.
La lenta pero creciente insubordinación de los individuos ha cobrado más fuerza entre los sectores opositores y críticos al Gobierno. Desde finales de febrero el descontento alcanzó niveles difíciles de manejar por la Policía política a raíz de la muerte de Orlando Zapata Tamayo. El lamentable deceso de este «holguinero» de 42 años ha funcionado como un elemento aglutinador de los inconformes, como el punto de confluencia que tanto habían tardado en encontrar los disidentes. Con el recrudecimiento de los mítines de repudio contra las pacíficas Damas de Blanco, las detenciones arbitrarias y la intolerancia del discurso político, quedó al descubierto la desesperación de las autoridades, que han optado por reactivar los oxidados mecanismos de la coacción. A los trabajadores y estudiantes se les distribuyen orientaciones para enfrentar actos contra el proceso revolucionario y a los militantes del partido comunista se les previene de posibles agresiones internas y externas. Este reforzamiento de la agresividad y de la violencia contra el que piensa diferente apunta a un nerviosismo institucional de impredecibles consecuencias. En lugar de aperturas económicas y políticas, Raúl Castro ha seleccionado las trincheras ideológicas para mantener el poder.
En la arena internacional muchas voces han pasado de la loa al insulto, del silencio a la crítica contra el Gobierno cubano. La rebelión de los ciudadanos tiene así varias orillas desde las que miles de dedos señalan a una gerontocracia enfundada en verdeolivo. Una campaña condenando la muerte de Orlando Zapata Tamayo y exigiendo la liberación de los presos políticos ha obtenido más de 50.000 firmas, mientras la Plataforma por Cuba agrupa a decenas de rostros de la intelectualidad española en un enérgico llamamiento a poner fin a una dictadura «feroz y dolorosa». Las muestras de solidaridad nacen no sólo de los individuos -héroes de esta jornada-, sino que cobran cuerpo en instituciones, parlamentos y organismos internacionales. Cuba es hoy no sólo la preocupación de sus habitantes y de sus exiliados, sino tema también de eventos -a la manera del organizado en estos días por la FAES- que convergen en la necesidad de que la isla discurra hacia la democratización y lo haga de la manera menos traumática para sus habitantes.
Aunque la historia se mueve a su ritmo -desesperante para muchos-, una rebelión de los pequeños, de los inconformes y los segregados, intenta darle hoy un nuevo compás en esta isla. El hombre que enflaquece sin probar comida sobre la cama de un hospital, la mujer vestida de blanco que recorre las calles con un gladiolo o el académico que echa a circular un correo electrónico con sus críticas son los héroes de este momento. A sus rostros quizá no se les da bien el encuadre de una foto, sus voces desafinan frente al micrófono y el estremecimiento sacude sus manos cuando están en público, pero sin dudas son los protagonistas del cambio en Cuba. Diminutas hormigas que están horadando desde abajo un muro que ha tardado cincuenta años en levantarse.
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La prensa oficialista muestra a Ávila Link como una de “las más efectivas herramientas para garantizar el control y la seguridad de las redes”, pero es una verdadera trampa para cazar internautas. Desde hace un par de años esta aplicación informática ha estado instalada en los servicios de acceso a Internet de la mayoría de los hoteles habaneros. Tiene un aspecto rudimentario y pocos programas a disposición del usuario, pero su función principal es la de capturar toda la información privada de quienes hacen uso de sus servicios.
Entre sus principales limitaciones está la de no permitir la ejecución de ningún otro software ajeno a los programas contenidos en esta interfaz, creada en la provincia de Ciego de Ávila. Los usuarios no pueden llevar en sus memorias flash ninguna herramienta para proteger sus contraseñas, que se acumulan en una base de datos para su posterior revisión por la Seguridad del Estado. Las tarjetas de acceso a un terminal con Ávila Link, sólo se venden de una hora de duración y los minutos no parecen tener la duración estándar de 60 segundos sino mucho menos. Se vuelve muy complicado subir fotos o vídeos a través de esta minusválida aplicación. Una computadora central permite ver el escritorio de cada uno de los navegantes que colocan sin protección alguna sus claves de acceso a email, bancos o redes sociales.  La propagación de Ávila Link por los terminales con acceso a internet de centros laborales y educativos, se enmarca en el deseo del gobierno de controlar la entrada a la gran telaraña mundial. Más que una herramienta facilitadora de la navegación online, es el espejismo de cabalgar libre aunque las riendas en realidad están muy apretadas.

Ya Claudia Cadelo sabe del ataque a los 74.

Ha escrito CC :
Una amiga me envía un correo muy preocupada por mi integridad física, desde España le llegó una lista de setenta y cuatro traidores a la patria entre los que me encuentro. Resulta que he firmado una carta, junto a otros representantes de la sociedad civil, pidiendo la flexibilización de las facilidades para vender alimentos y la liberación de los viajes de ciudadanos norteamericanos a Cuba.

La polémica me fascina, justo en Cuba tengo otra amiga blogger que me llamó enseguida para decirme que en su opinión había que apretar la tuerca hasta que no hubiese ni agua para tomar, porque sólo así se caería la dictadura: ni a mí se me ocurrió decirle “fascista”, ni ella a mí “asesina castrista”. Como es elemental terminamos nuestro diálogo con total armonía: ella me transmitió algunas interrogantes y yo le dejé otras dudas.


No sería la primera vez que en mi pequeña isla no tendríamos nada que comer, ya lo vivimos -para nada relacionado con la política exterior de Estados Unidos- después de la Perestroika y la Glasnost, que mandaron setenta años de comunismo de cabeza al infierno. No creo que la democracia sea exportable, ni el hambre un detonador de la conciencia social. Siempre me he preguntado a cuántas horas estuvimos el 5 de agosto de 1994 de una “Matanza de Malecón” al estilo de la de Tiananmen. ¿Acaso alguien hoy especula que China sea un país democrático?


Desde que tengo uso de razón la política de la guerra fría sólo ha servido para que el Ministro de Relaciones Exteriores de turno repita un mantra infinito en cuanta cumbre hay por el mundo “bloqueo, bloqueo, bloqueo”, pero las cuentas privadas de los dueños del país siguen “creciendo, creciendo, creciendo”. Mientras, la izquierda Europea y Latinoamericana aplaude como si unas restricciones económicas pudieran justificar la dictadura más larga de occidente.


Esa es mi opinión: puede estar errada, puede ser correcta. Quizás sea ingenuo pensar que estas flexibilizaciones promoverían la democratización de Cuba, sin embargo, lo contrario termina por ser -cuando se le mira fríamente- igualmente naif. Agradezco a todos los que han mantenido viva esta polémica en la red sobre bases civilizadas y objetivas, especialmente Ernesto Hernández Busto en
Penúltimos Días me ha hecho sentir que la Cuba armónica y divergente no está demasiado lejos, esa -como dice Reinaldo Escobar- donde “la discrepancia política esté despenalizada”.

A los que piden mi cabeza, sólo una observación: me parece que van a tener que disputársela con los muchachos del DSE, ellos la están solicitando desde antes.

Suciolismo cubano, neo colonialismo

La cosa es muy sencilla de entender.
Cuba no produce casi nada.Por lo tanto si no importa, nada hay. Cuba importa en pepitas de oro, la moneda del mundo, pero paga a los cubanos su sueldo con piedrecitas. Y les vende en pepitas de oro. Eso no es justo. Las tiendas que venden en piedrecitas están vacías, son las famosas distribuidoras a través de la cartilla de racionamiento llamada "libreta".
Cuba como colonia engaña a los indios el pueblo, diciéndoles que tantas piedrecitas equivalen a una pepita de oro, para que se queden tranquilos. Pero para nada es así. Un cubano no puede comprar nada con piedrecitas. Los extranjeros están obligados a cambiar sus pepitas de oro por piedrecitas, a la tasa de cambio que impone el régimen, que alta o baja, simplemente es estafa puesto que no tiene paridad alguna la moneda cubana en los mercados internacionales que es donde únicamente se puede adquirir con qué comer y vestir.
Eso fuerza a los cubanos a dos cosas para la mera subsistencia : prostituirse y robar en el tránsito de mercancía extranjera.
La consecuencia de es que mi isla tematica, adonde acude la gente a ver los lugares que pisó el Che Guevara y se gestó el desastre de hoy, es el prostíbulo del mundo. No se crean que en Tailandia solamente uno se acuesta con niñas, en Cuba también. A esto se le llama luchar por subsistir, un eufemismo basado en hechos muy reales y utilizado por la vergüenza que supone entregar el cuerpo a quien no te gusta, lo cual es la parte triste de la prostitución. No se prostituye uno por droga, ni porque te obligue un chulo vestido con cadenones de oro,tu chulo es el estado que causa esta situación.
¿Y todo a cambio de qué? Han alfabetizado a toda la población para luego quitarles la lectura, tal como han censurado las obras de arte, las revistas de humor ( temen éstas con pánico reverencial ) la música,el cine.
Han dado cuidado médicos gratuitos rudimentarios al ganado productor trabajando en la Isla Temática,pero hasta donde yo sé, ningún ganadero cobra a sus vacas por cuidarlas: las ha de cuidar gratis hasta la hora del sacrificio. Hay muchas formas de sacrificio. Trabajar por piedrecitas, vender su conciencia, fomentar la delación para aplastar las revueltas contra el colono ocupador, colono generado por el propio organismo como un cáncer. Dicho colono, después de vaciar a las células de sus nutrientes, mentes, opiniones, casas, servicios de agua y luz, privacidad, autonomía, les ha vendido la idea de que son ejemplo mundial, dioses reverenciables envidiados por el mundo.  Es un comportamiento sectario , una religión sin escape, una cárcel rodeada del hecho geológico del mar, que aguarda al hecho biológico de la muerte de sus líderes.
Se dice que Cuba está mejor que Haití, pero aquí hay que usar los poderes semánticos de la lengua castellana: Cuba es mejor que Haití, porque Haití es estéril, árida y superpoblada debido a su agotamiento de los recursos naturales y el autobloqueo que padecieron al ahorcar a los colonos que gestaban el mercado y consumir los árboles y reproducirse sin control ni sostenimiento ecológico hasta secar el país. Cuba es un paraíso de fertilidad echado a perder, y supuestamente un paraíso humano. Pero yo estoy por ver aún el primer bote de haitianos que lleguen a Cuba pidiendo asilo en ese paraíso.



El robo de la propiedades al que deja Cuba.

La historia del permiso de salida (I)

Los primeros cubanos en irse
La regulación del permiso de salida en Cuba, desde sus inicios, tuvo carácter eminentemente político. La primera disposición jurídica del Gobierno Revolucionario sobre el asunto, se puso en vigor 29 de de septiembre de 1961, mediante la Resolución No 454 del Ministerio del Interior, que se promulgó bajo el fundamento, de que las personas que salían del territorio nacional, abandonan sus propiedades con el “deliberado propósito de burlar las disposiciones de la Revolución”.
La norma considera el hecho como constitutivo de delito, pues asumía que quien así actuaba, era elementos contrarios a “los principios y orientaciones populares de la Revolución Socialista”. Razón por la que dispuso que los ciudadanos que salieran del territorio nacional se les concedería un permiso de salida por:
  • 29 días, para los que tenían destino hacia los Estados Unidos de Norte América;
  • de 60 días, para los viajeros que se dirigieran al resto de los países del Continente Americano;
  • y de 90 días, a los que embarcaran hacia el Continente Europeo.
Aunque reconoce que esas personas dejaban sus bienes en poder de “familiares, amigos o testaferros”, si no regresaban después de vencido el termino para el cual se les había dado el permiso de salida, se considera que abandonaban definitivamente el territorio nacional, y en su consecuencia, el Estado procedería a adjudicarse los bienes muebles, inmuebles y demás valores que les pertenecía.
Los primeros cubanos en llegar a la Florida
La disposición se publicó en la Gaceta Oficial No. 196 del 9 de octubre de 1961, fecha en la que entró en vigor. No obstante, la resolución no fue firmada, por ningún funcionario del referido Ministerio. Tampoco hacía alusión, a la disposición jurídica que le otorgó las facultades para legislar. Sin contar que la norma, desde su nacimiento, contradecía los principios constitucionales refrendados en la Ley Fundamental de 1959.
Según la Carta Magna vigente en ese momento, el Ministerio del Interior, no era una autoridad competente para disponer la privación, a una persona, de su propiedad. La disposición tampoco regulaba bajo que fundamento el estado se adjudicaba las propiedades de las personas que decidieran residir permanentemente en el extranjero. Ni otros requisitos indispensables para que esta figurar jurídica (expropiación forzosa), operara en derecho. En otras palabras, no hacía alusión a la indemnización efectiva, las causas de utilidad pública o interés social y el derecho de los afectados de impugnar, ante un tribunal competente, la decisión gubernamental.
Laritza Diversent