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Me reservo el derecho de publicar noticias ficticias -debidamente señaladas NF- cuando la realidad me aburra, alternando con mis entradas de opinión.

lunes, 17 de mayo de 2010

Castro es un producto más de los USA. Duradero como suelen serlo, otra mierda más que se les fue de las manos.

La carta de suicidio.


Yo leo con atención, y recuerdo a Felipe Rivero. Opinábamos igual, el machista y semi nazi pero inteligentísimo periodista cubano, a quien se negó el pan y la sal y hasta el permiso de residencia americano, por llamarlos por el nombre que merecen todos ellos.

Y fue culpable el State Department, que respaldó la conjura internacional dirigida por los comunistas para adueñarse de Cuba.

Así lo afirmo: los fabricantes de armas necesitaban vender, y necesitaban un enemigo cercano. Así se hicieron los conflictos de America Latina, auspiciando dictaduras para luego vender las armas para aplastarlas, y para aplastar a la guerrilla. Pero los líderes esbirros, los Somoza, los Trujillo, todos salvo los Duvalier en Haití dejaron a las guerrilla crecer, las fertilizaban para luego ir a Washington a pedir dinero, que se embolsaban en Suiza, del mismo modo como se lo embolsaban los senadores cubanos a quienes los yanquis daban dinero para construir escuelas en zonas rurales donde querían poner un central.


Lo demás, es bobería.

EL suicidio del cómplice de Castro.

Nuestra historia parece estar jalonada de cómplices y chivatos, más que ninguna otra. Debe de ser por eso que nos va como nos va.
Uno de los artífices mediáticos de la Revolución tuvo la decencia por "vergüenza torera" de suicidarse, pues en los años sesenta aún había sentido de culpa, y de autodisciplina "a la japonesa".
A menudo se ignoran estas cosas, como la carta de despedida que dejó Miguel Ángel Quevedo, porque la historia real se ha diluído entre afanes por sobrevivir y censura y propaganda, a ambos lados del pueblo de mi país dividido, prostituído como puta de Pereira Colombia, esnifando el pegamento de los actos de repudio que le permiten desahogar su ira contra alguien -sin importar que sea inocente del mal general y asfixiante-un país mendigo como un sintecho, siendo el techo tanto real como simbólico, pues va desde las casas cayéndose en La Habana, hasta el techo de comida y vestido dignos, de la simplemente maravillosa libertad, cuya carencia allí se denomina Libertad Máxima, como la carencia de elecciones Democracia Máxima.
Y ya les dejo con la carta sin más presentación, porque a ésta al lado de aquélla tiene igual transcendencia que un papel dando vueltas en la autopista al paso veloz de un coche.

Sr. Ernesto Montaner
Miami,
Florida
12 de agosto de 1969
Querido Ernesto:
Cuando recibas esta carta ya te habrás enterado por la radio de la noticia de mi muerte. Ya me habré suicidado —¡al fin!— sin que nadie pudiera impedírmelo, como me lo impidieron tú y Agustín Alles el 21 de enero de 1965.
Sé que después de muerto llevarán sobre mi tumba montañas de inculpaciones. Que querrán presentarme como «el único culpable» de la desgracia de Cuba. Y no niego mis errores ni mi culpabilidad; lo que sí niego es que fuera «el único culpable». Culpables fuimos todos, en mayor o menor grado de responsabilidad.
Culpables fuimos todos. Los periodistas que llenaban mi mesa de artículos demoledores, arremetiendo contra todos los gobernantes. Buscadores de aplausos que, por satisfacer el morbo infecundo y brutal de la multitud, por sentirse halagados por la aprobación de la plebe. vestían el odioso uniforme que no se quitaban nunca. No importa quien fuera el presidente. Ni las cosas buenas que estuviese realizando a favor de Cuba. Había que atacarlos, y había que destruirlos. El mismo pueblo que los elegía, pedía a gritos sus cabezas en la plaza pública. El pueblo también fue culpable. El pueblo que quería a Guiteras. El pueblo que quería a Chibás. El pueblo que aplaudía a Pardo Llada. El pueblo que compraba Bohemia, porque Bohemia era vocero de ese pueblo. El pueblo que acompañó a Fidel desde Oriente hasta el campamento de Columbia.
Fidel no es más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, por demagogos, por estúpidos o por malvados, somos culpables de que llegara al poder. Los periodistas que conociendo la hoja de Fidel, su participación en el Bogotazo Comunista, el asesinato de Manolo Castro y su conducta gansteril en la Universidad de la Habana, pedíamos una amnistía para él y sus cómplices en el asalto al Cuartel Moncada, cuando se encontraba en prisión.
Fue culpable el Congreso que aprobó la Ley de Amnistía. Los comentaristas de radio y televisión que la colmaron de elogios. Y la chusma que la aplaudió delirantemente en las graderías del Congreso de la República.
Bohemia no era más que un eco de la calle. Aquella calle contaminada por el odio que aplaudió a Bohemia cuando inventó «los veinte mil muertos». Invención diabólica del dipsómano Enriquito de la Osa, que sabía que Bohemia era un eco de la calle, pero que también la calle se hacía eco de lo que se publicaba.
Fueron culpables los millonarios que llenaron de dinero a Fidel para que derribara al régimen. Los miles de traidores que se vendieron al barbudo criminal. Y los que se ocuparon más del contrabando y del robo que de las acciones de la Sierra Maestra. Fueron culpables los curas de sotanas rojas que mandaban a los jóvenes para la Sierra a servir a Castro y sus guerrilleros. Y el clero, oficialmente, que respaldaba a la revolución comunista con aquellas pastorales encendidas, conminando al Gobierno a entregar el poder.
Fue culpable Estados Unidos de América, que incautó las armas destinadas a las fuerzas armadas de Cuba en su lucha contra los guerrilleros.
Y fue culpable el State Department, que respaldó la conjura internacional dirigida por los comunistas para adueñarse de Cuba.
Fueron culpables el Gobierno y su oposición, cuando el diálogo cívico, por no ceder y llegar a un acuerdo decoroso, pacífico y patriótico. Los infiltrados por Fidel en aquella gestión para sabotearla y hacerla fracasar como lo hicieron.
Fueron culpables los políticos abstencionistas, que cerraron las puertas a todos los cambios electoralistas. Y los periódicos que como Bohemia, le hicieron el juego a los abstencionistas, negándose a publicar nada relacionado con aquellas elecciones.
Todos fuimos culpables. Todos. Por acción u omisión. Viejos y jóvenes. Ricos y pobres. Blancos y negros. Honrados y ladrones. Virtuosos y pecadores. Claro, que nos faltaba por aprender la lección increíble y amarga: que los más «virtuosos» y los más «honrados» eran los pobres.
Muero asqueado. Solo. Proscrito. Desterrado. Y traicionado y abandonado por amigos a quienes brindé generosamente mi apoyo moral y económico en días muy difíciles. Como Rómulo Betancourt, Figueres, Muñoz Marín. Los titanes de esa «Izquierda Democrática» que tan poco tiene de «democrática» y tanto de «izquierda». Todos deshumanizados y fríos me abandonaron en la caída. Cuando se convencieron de que yo era anticomunista, me demostraron que ellos eran antiquevedistas. Son los presuntos fundadores del Tercer Mundo. El mundo de Mao Tse Tung.
Ojalá mi muerte sea fecunda. Y obligue a la meditación. Para que los que pueden aprendan la lección. Y los periódicos y los periodistas no vuelvan a decir jamás lo que las turbas incultas y desenfrenadas quieran que ellos digan. Para que la prensa no sea más un eco de la calle, sino un faro de orientación para esa propia calle. Para que los millonarios no den más sus dineros a quienes después los despojan de todo. Para que los anunciantes no llenen de poderío con sus anuncios a publicaciones tendenciosas, sembradoras de odio y de infamia, capaces de destruir hasta la integridad física y moral de una nación, o de un destierro. Y para que el pueblo recapacite y repudie esos voceros de odio, cuyas frutas hemos visto que no podían ser más amargas.
Fuimos un pueblo cegado por el odio. Y todos éramos víctimas de esa ceguera. Nuestros pecados pesaron más que nuestras virtudes. Nos olvidamos de Nuñez de Arce cuando dijo:
    Cuando un pueblo olvida sus virtudes, lleva en sus propios vicios su tirano.
Adiós. Éste es mi último adiós. Y dile a todos mis compatriotas que yo perdono con los brazos en cruz sobre mi pecho, para que me perdonen todo el mal que he hecho.
Miguel Ángel Quevedo

La mejor definición que oí de lo que es Cuba.

En Cuba, lo que no es obligatorio, está prohibido.
¿Qué es libertad? Lo que está entre obligatorio y prohibido.

Cuba, llamada el prostíbulo de los americanos (según Fidel) es hoy el prostíbulo del mundo.
Y la izquierda española ya no se atreve a seguir yendo con la excusa de la solidaridad a "coger" cubanos, porque Fidel lo filma todo.
Por suerte para todos él no cree en nadie y se ahorca él mismo, pero quien sufre las consecuencias es el pueblo.
No me canso de recordar cuántos ricos apoyaron la revolución dada la campaña mediática de la revista Bohemia - hoy vendida al régimen- que tanto falseó la realidad, ni que éramos propietarios de un apartamento en Centro Habana, siendo mi padre mecánico automotriz y mi madre ama de casa.

Reina Luisa me desvela. El interés por Cuba se alimenta de cadáveres.

Sí, Reina Luisa me desvela. El interés por Cuba se alimenta de cadáveres. Por eso no dejarán que Coco Fariñas muera, salvo infección hospitalaria contraída, cosa común incluso en el capitalismo, pero que allí prevendrán muy mucho.
Para que no haya otro Orlando Zapata Tamayo, deben de estarlo cebando tan avanzadamente que ha su peso después de 80 días en huelga de hambre sólo es 3.5 kilos menor. Coco ya ha empezado a usar el plural mayestático, pero puede irse olvidando, no está entre mis preocupaciones.
Los desvelos que me asedian van por otro lado.
En inconcebible que nadie se presente en Cuba a formar lío ante la gravísima acción de no permitir a una madre visitar la tumba de su hijo, de profanarle esa tumba, porque es negra, y es pobre, y vive en el culo del mundo. 
Mi ayuda no consistirá en mandarle dinero para usar twitter, sino en denunciar el abuso desde aquí, a quienes lean. Ya ella tiene quien le mande saldo, pero le falta quienes planten su caso frente a los burós de la prensa mundial con un ¡me cago en la puta ¡ y ésto qué?!
La acción de Fariñas está saboteada, no lo dejarán morir, y por desgracia, hace falta otro cadáver para que Cuba salga en la prensa.
Esto es cruel, es soberanamente injusto.
Ocúpense de los vivos que sufren , que los muertos ni sienten ni padecen, aunque les profanen la tumba. Se lo digo yo.
Incluso él estará orgulloso de esa profanación por venir de quienes viene.
Orlando  Zapata Tamayo era y es la lengua cortada de Víctor Jara 
- ¿ alguien lo recuerda?-, que después de cercenada siguió cantando Te recuerdo Amanda.
Pero queda Reina Luisa, negra, pobre, y viviendo -en  distancia mediática-allá donde Jesucristo perdió la sandalia, sufriendo por no poder visitar, la pobre, la tumba de su hijo, convertida en centro de los odios y las iras de un régimen agonizante, despiadado y cruel que quiere morir matando, con la hija del dictador convertida en defensora de los gays, decorando con banderitas arcoiris una realidad pestilente, que arroja tinta de calamar para huir de las miradas agudas de los peces que la perseguimos y que siempre le damos alcance.

El síndrome de Violeta Santander.


Lectores no españoles: Violeta Santander es una mujer española que saltó a la fama por ir en contra el profesor que intervino para defenderla cuando su pareja le pegaba una soberana paliza. Dicha paliza está filmada por las cámara de un hotel, pese a lo cual ella la niega.
Su pareja pegó otra paliza al profesor Neyra, que quedó en coma como resultado de haber sido dado de alta demasiado pronto.
Ella ,Violeta, en términos muy agresivos se ha alegrado de que su novio pegara al profesor, jurando que éste no le pegaba, aunque está filmado, sino que " discutían como cualquier pareja" . Calificó como entrometido a su salvador no deseado, antes y después de que milagrosamente éste saliera del coma.
No me queda más remedio que comparar al pueblo de  Cuba con Violeta Santander, cuando veo cómo desfilan el Primero de Mayo. Los pobrecitos aun creen que comen gracias a Fidel que burla el bloqueo, cuando en verdad les vende lo que ellos producen en el extranjero para que otros se lo "donen" después de pagarlo en divisa. Esto puede constatarse visitando preciofijo.com, que lleva a un site llamado regalos a Cuba. Mi pueblo cree que su padre es bueno, como lo creen las madres de su marido ante una denuncia de abuso, no un violador. Mi pueblo siente rechazo mental contra creer la verdad evidente, vivida y filmada, y justifica la represión que él mismo sufre, temeroso y avergonzado del qué dirán, porque nadie desea creer que ha vivido engañado toda su vida. Esas cosas quedan para los reyes magos o la creación de Adán y Eva. 
Y una vez embarcados en la locura como hipótesis de vida,ya no hay límite para el absurdo, y como en el evolucionismo, se afirma que la jirafa creó un corazón extra poderoso para que la sangre llegara a lo alto de la cabeza (¡qué inteligente!,¿no? sobre todo cuando antes de crearlo la sangre ni llegaría allí para oxigenar esa mente)  o se afirma que detrás de cada parche de su "diseño gráfico" la jirafa colocó un sistema circulatorio para refrigerarse del calor del sol. No pregunten cómo se aguantaba adaptaba antes, o mejor dicho cómo sobrevivía mientras. ¡Nene, caca, esa preguntas no se hacen! Son parte de la campaña mediática antirrevolucionaria y no se hacen, por eso no salen en Granma.
Y bueno,espero que me siguieran el símil. Hoy no me levanté con muchas ganas de gastar tiempo jurando que el cielo el azul y las nubes flotan, ¿ok? Cincuenta y un años de perder tiempo pesan y suponen un desgaste emocional cojonudo.
Por eso no desarrollaré argumentalmente otras ramas del tema inicial, como por ejemplo, este salvador profesor Neyra se ha convertido hoy en un engreído obseso con su verdad negada, con el desagradecimiento de la mujer por la que jodió su existencia, convirtiéndose en una especie de de Jorge Posada Carriles al que nadie quiere entrevistar y rodeado de armas para su defensa personal que ha sufrido para adquirir en este país donde eso está al mismo nivel que obtener un permiso de salida en Cuba  cocodrila, ese país nuestro taimado que llora por quien lo agrede y viola, pero recibe con piernas - y nalgas- abiertas al extranjero con dólar.