Que nadie se llame a engaño con Podemos. Pablo Iglesias no es tonto y
sabe lo que hace. Algunos piensan que no deberían ser tan descarados cuando
mienten, pero es ahí donde estoy empezando a comprender su estrategia.
Todo es calculado. Su cinismo obvio, su dureza, su capacidad descarada de
mentir les ganan votos de similares. Es una publicidad agresiva como la de ISIS
y que funciona igual. Cuando mienten tan ostensiblemente no es un fallo en su
intentar convencer algún timorato de que son geniales, sino la estrategia para
establecer contacto con los que ya llevan dentro el germen de lo que es
Podemos. Se trata de ganar como sea, luego destruir, castigar sin mirar a quién
(basta que les hagan frente, incluso verbalmente) y quedarse en el poder
después de quemar los puentes democráticos. Ya sabemos el discurso que se
avecina rescatado del pasado de otras dictaduras y religiones, no cabe la
opción diferente porque el camino es único e irreversible. No buscan hacerse
con un electorado, sino formar su "electarado", reunirles, captar sus
votos rotundos. Necesitan sólo una primera y única vez. La sociedad española no
es distinta que otras: bulle con ‘’podemiables’’. El cabrón ya está ahí, solo
hay que saber marcar su número. Le bastará recibir en la boca el beso
"cariponzonoñoso" para sentirse ‘"ncantado de los nervios"
por ese llamado al cuchillo afilado y la degollina a todo agresivo sociópata, a
todo resabiado consigo mismo, a todo frustrado envidioso de la fortuna de los
ricos. A todo aquel que crea que lo que siente es culpa del entorno insano al
que hay que dar fin. Buscan poder matando. Si el oro no está en sus manos, poco
importa distinguir entre un rico que dirige una multinacional con
trabajadores en el tercer mundo o si se llama Julio Iglesias y vende discos.
Aquí no hay corderitos y menos en silencio. Incluso si nunca antes sintió el
olor de la sangre y el estertor agónico, el radical degollador es sólo un
utópico salido del armario. Allah Akbar, Podemos Akbar.
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