Me llamo Isabel Ramos Martínez, vivo en calle 240, número 5A05 entre 5ta A y 5ta B, Jaimanitas, ciudad de La Habana. Cuba. Y exceptuando las horas que salgo a luchar por la libertad de mi hijo, el resto del tiempo estoy encerrada aquí entre estas cuatro paredes.
Tengo dos hijos. A uno le hicieron registros, lo citaban, lo sacaron del trabajo, lo obstinaron y sin ser opositor, no encontró una salida mejor que largarse de este país. Se fue el día 6 de este mes. Imaginate; mi nieto estuvo un par de años sin estudiar. No le permitieron entrar a la universidad porque – según le dijeron – su abuela es una contrarrevolucionaria.
Mi otro hijo está preso desde 1987 por la causa 16/87. Le pedían pena de muerte y se la conmutaron a 30 años. Su nombre es Arturo Suárez Ramos. Él escribe, constantemente denuncia el régimen carcelario cubano. Y más que ser escritor es el propio personaje de un libro que hizo con fotos y que, por desgracia, se perdió entre las manos de supuestos opositores de lo que prefiero no hablar.
Yo soy una Dama de Blanco. No soy Dama de Apoyo porque tengo un hijo preso que lleva 27 años en condiciones de animalidad.
En el año 98, durante los preparativos para la visita del Papa, el propio Juan Pablo II pidió clemencia a Fidel y lo convenció de sacar a 14 presos políticos entre los que figuró mi hijo. Sacaron de la prisión a esos 14, los llevaron para Villa Marista y allí les hicieron ropa nueva, les entregaron zapatos nuevos, los curaron y los engordaron para mostrarlos al mundo. Canadá acogería esos 14 prisioneros que estaban engordando en Villa. Y cuando Su Santidad, no había puesto un pie en la escalerilla para regresar a Roma, muy sospechosamente Canadá denegó a 5 de los 14, entre ellos a mi hijo. Luchamos por los cinco excluidos, asistimos a embajadas y otras sedes diplomáticas pero nada pudimos lograr. Siguen presos. Por esa jugada extraña que aun no podemos comprender .
Todo fue una gran mentira. Y todo estuvo bien pensado porque entre los que salieron de Cuba, salió una persona conocida por trabajar para la Seguridad del Estado. Ahora bien, ¿por qué salió esa persona en lugar de los cinco denegados? Yo no sé, yo solo tengo mil dudas.
Hoy se repite la historia, la iglesia pide excarcelar a algunos presos políticos. Yo quisiera que estos corrieran con suerte y que además de engordar, sanar, de recibir ropa y zapatos nuevos, también tuvieran libertad.
Yo tengo el refugio político otorgado desde junio de 2009; pero el gobierno cubano me está negando la tarjeta blanca y eso es una violación. Estoy pagando un castigo sin cometer delito alguno; pero no voy a parar y haré lo indecible por defender la libertad de mi hijo como lo haría cualquier madre.
Hace unos días vino a la casa, sobre las 8 de la noche, un muchacho joven, blanco, bajito y de ojos azules, dijo ser el oficial Tamayo de la sección 21. Lo invité a sentar y me dijo.- Mira Isabel, venimos a negociar contigo – y señalándose la muñeca izquierda, donde tenía un reloj, como para recordarme la hora, agregó -, la jefatura está dispuesta a darte la tarjeta blanca, el permiso de salida para ti y para tu familia si sales de las Damas de Blanco; yo lo miré y no pude decir otra cosa que, - Ay, mijo, ustedes tienen el poder y la fuerza, yo siento desilusionarte pero yo no sé negociar. No soy una negociante.
Eso sucedió tal y como te lo cuento. Yo quiero salir de este país para ayudar a mi hijo. Y no me avergüenza decir que lucharía más por mi hijo. Tú debes entenderme bien, he escuchado que tu hija y tu esposa están viviendo fuera de Cuba. Entonces dime: ¿qué no harías tú por darles un beso a las dos? Ves, hay que ponerse en el lugar de una madre y acabar de entender sin tapujos que si mi hijo hubiese sido un asesino, que no lo es, seguramente ahora mismo lo estaría defendiendo igual. Y cuando me dejen salir, seguiré ayudando y gritando. Luchando por mi hijo y por todos los presos políticos porque aquí no solo hay presos de la causa de los 75, hay muchísimos más presos y deberíamos pedir por Todos.
Gracias mijo, por permitirme desahogar mi corazón.