El Nuevo Herald digital el 28 de diciembre de 1997:
«Eran los últimos días del año 1959; en aquella celda oscura y fría 16 presos dormían en el suelo y los otros 16 restantes estábamos parados para que ellos pudieran acostarse, pero nadie pensaba en esto, nuestro único
pensamiento era que estábamos vivos y eso era lo importante; vivíamos hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo sin saber que depararía el siguiente.
»Fue como una hora antes del cambio de turno cuando el crujiente sonido de la puerta de hierro se abrió, al mismo tiempo que lanzaban a una persona más al ya aglomerado calabozo. De momento, con la oscuridad, no pudimos percatarnos que apenas era un muchachito de 12 ó 14 años a lo sumo, nuestro nuevo compañero de encierro.
»'¿Y tú que hiciste?', preguntamos casi al unísono.
»Con la cara ensangrentada y amoratada nos miró fijamente, respondiendo: 'Por defender a mi padre para que no lo mataran, no pude evitarlo, lo asesinaron los muy hijos de perra.'
»Todos nos miramos como tal vez buscando la respuesta de consuelo para el muchacho, pero no la teníamos.
Eran demasiados nuestros propios problemas. Habían pasado dos o tres días en que no se fusilaba y cada día teníamos más esperanzas en que todo aquello acabara. Los fusilamientos son inmisericordes, te quitan la vida
cuando más necesitas de ella para ti y para los tuyos, sin contar con tus protestas o anhelos de vida.
»Nuestra alegría no duró mucho más cuando la puerta se abrió.Llamaron a 10, entre ellos el muchacho que habia llegado ultimo no habiamos equivocado, pues a los que llamaban nunca más los volvíamos a ver.
»¿Cómo era posible quitarle la vida a un niño de esta forma; sería que estábamos equivocados y nos iban a soltar? Cerca del paredón donde se fusilaba, con las manos en la cintura, caminaba de un lado al otro el
abominable Che Guevara.
»Dio la orden de traer al muchacho primero y lo mandó a arrodillarse delante del paredón. Todos gritamos que no hiciera ese crimen, y nos ofrecimos en su lugar.
»El muchacho desobedeció la orden, con una valentía sin nombre le respondió al infame personaje: 'Si me has de matar, tendrás que hacerlo como se mata a los hombres, de pie, y no como a los cobardes, de rodillas'.
»Caminando por detrás del muchacho, le respondió el Che: 'Con que vos sos un pibe valiente'...
»Desenfundando su pistola le dio un tiro en la nuca que casi le cercenó el cuello.
»Todos gritamos: asesinos, cobardes, miserables y tantas otras cosas más. Sevolteó hacia las ventanas de donde salían los gritos y vació el peine del la pistola.
No sé cuántos mató o hirió. De esta horrible pesadilla, de la cual nunca logramosdespertar, pudimos darnos cuenta después, en la clínica del estudiante del hospital Calixto García, adonde nos habían llevado heridos.Por cuánto tiempo, no lo sabríamos, pero una cosa sí estaba clara, nuestra única baraja era la de escapar, única esperanza de superviviencia».
jueves, 17 de junio de 2010
miércoles, 16 de junio de 2010
Otro más en huelga de hambre. Otro brete en el horizonte por una palabrita que mejor se hubiera comido .
Mambí en acción.
Juan Almeida se declara en "huelga de hambre"
Juan Juan Almeida se declaró hoy en huelga de hambre que mantendrá "hasta que no consiga la salida del país, visitar a su familia e ir al médico y regresar", según explica él mismo en un vídeo. "Para mí las huelgas de hambre son un verdadero extremismo -afirma-, personalmente estoy en contra de ellas, pero como todo el mundo sabe, ya he escrito cartas, que he publicado, he pedido, he suplicado, he sacado carteles y he exigido mi derecho tan lógico como es estar con mi familia e ir al médico. No estoy pidiendo nada extraño".Almeida afirma que su pedido "es absolutamente comprensible para todos", y recuerda que a pesar de ello, "me han arrestado, me han perseguido y me han torturado". Así mismo, explica que ha intentado "acusar al general Raúl Castro, que para mi ni es general, ni es presidente", y afirma "no tener otra opción" que empezar hoy la huelga hasta conseguir el permiso de salida del país, asegura.
COMO DIJE ANTES YA VEO EL BRETE Y VEO A PATATICA VALDES GOZANDO
La rebelión de los pequeños.

Sin que la opinión pública internacional lo advierta, algo empieza a cambiar en Cuba. Y no porque el Gobierno de los hermanos Castro haya dado un giro a su política caduca y represiva sino porque ciudadanos anónimos van horadando el muro totalitario que, grieta a grieta, acabará derrumbándose.
Y es que, a lo largo de la Historia, las minorías activas y resistentes han cambiado el rumbo de los acontecimientos. Aunque no salgan en la foto.
Así lo explica desde Cuba la filóloga y «bloguera» Yoani Sánchez en una Tercera de ABC.
Mª Ángeles Eyries
Los héroes no son -como nos quieren hacer creer- esos que siempre quedan bien en las fotos y tienen biografías repletas de supuestas hazañas. Cualquiera se convierte en protagonista de una época sin quererlo y provoca un punto de inflexión en la caprichosa historia desde un rostro anodino, unas manos temblorosas o una voz impresentable para las tribunas. Lo ocurrido en las últimas semanas en Cuba confirma cuán prescindibles son los salvadores carismáticos si las diminutas personas de una sociedad se deciden a no esperar por ellos. El hormiguero que componen los inconformes parece haber entrado en ebullición en esta isla y -lo más novedoso- ya no bastan las represalias y los castigos para calmarlo. La rebelión de los pequeños mina un sistema hecho a lo grande, destiñe un proceso político que ha querido mostrarse durante cinco décadas con los colores encendidos de la utopía.
Es cierto que las calles de nuestras ciudades no se ven llenas de manifestantes con carteles, pero tras las persianas de las casas los susurros de insatisfacción han crecido varios decibelios. Son esos seres anónimos quienes con un mohín de desagrado, un aplauso sin la energía de antaño y un comentario ácido sobre el curso de la situación están horadando un poder afincado en la inercia y el miedo. Algunas de estas expresiones de desilusión ganan también el espacio de las aceras, las oficinas, los viejos autos colectivos en los que una parte de la población se transporta. Las razones para tanta frustración radican no sólo en la gravedad de los problemas cotidianos, sino en la falta de expectativas para solucionarlos. Los cubanos estamos sumidos en la ineficiencia estatal, en una crisis económica ya crónica y en la falta de transparencia con el manejo de los recursos públicos. El soborno se ha instituido como método para saltarse las trabas burocráticas y la corrupción ha hecho metástasis en todas las esferas de la sociedad. A nuestro lado campean libremente el nepotismo, el beneplácito popular al mercado negro, la pérdida de confianza en las instituciones y el llamado «sociolismo» que crea una red infinita de favores y compromisos.
El deterioro progresivo ha desengañado incluso a quienes hace un par de años presenciaron ilusionados el ascenso de Raúl Castro a la presidencia. Apostaban por el hermano menor como la figura capaz de insuflar pragmatismo y eficiencia a un sistema sostenido sobre prohibiciones absurdas, excesivos controles y una inoperante estatalización. Para muchos de estos convencidos raulistas, la indecisa y torpe gestión del General les ha llevado a concluir que la revolución, el proceso, esto, o como cada cual quiera llamarle, consumió hace décadas su combustible inicial y agotó cualquier vestigio de iniciativa renovadora. Los nombres de quienes hasta hace poco aplaudían y prestaban su prestigio para sostener el status quo han comenzado a ser asociados con la crítica y la decepción. La revuelta de los propios, podría llamársele, si no fuera porque nos queda la duda de si algún día realmente creyeron en lo que decían.
La lenta pero creciente insubordinación de los individuos ha cobrado más fuerza entre los sectores opositores y críticos al Gobierno. Desde finales de febrero el descontento alcanzó niveles difíciles de manejar por la Policía política a raíz de la muerte de Orlando Zapata Tamayo. El lamentable deceso de este «holguinero» de 42 años ha funcionado como un elemento aglutinador de los inconformes, como el punto de confluencia que tanto habían tardado en encontrar los disidentes. Con el recrudecimiento de los mítines de repudio contra las pacíficas Damas de Blanco, las detenciones arbitrarias y la intolerancia del discurso político, quedó al descubierto la desesperación de las autoridades, que han optado por reactivar los oxidados mecanismos de la coacción. A los trabajadores y estudiantes se les distribuyen orientaciones para enfrentar actos contra el proceso revolucionario y a los militantes del partido comunista se les previene de posibles agresiones internas y externas. Este reforzamiento de la agresividad y de la violencia contra el que piensa diferente apunta a un nerviosismo institucional de impredecibles consecuencias. En lugar de aperturas económicas y políticas, Raúl Castro ha seleccionado las trincheras ideológicas para mantener el poder.
En la arena internacional muchas voces han pasado de la loa al insulto, del silencio a la crítica contra el Gobierno cubano. La rebelión de los ciudadanos tiene así varias orillas desde las que miles de dedos señalan a una gerontocracia enfundada en verdeolivo. Una campaña condenando la muerte de Orlando Zapata Tamayo y exigiendo la liberación de los presos políticos ha obtenido más de 50.000 firmas, mientras la Plataforma por Cuba agrupa a decenas de rostros de la intelectualidad española en un enérgico llamamiento a poner fin a una dictadura «feroz y dolorosa». Las muestras de solidaridad nacen no sólo de los individuos -héroes de esta jornada-, sino que cobran cuerpo en instituciones, parlamentos y organismos internacionales. Cuba es hoy no sólo la preocupación de sus habitantes y de sus exiliados, sino tema también de eventos -a la manera del organizado en estos días por la FAES- que convergen en la necesidad de que la isla discurra hacia la democratización y lo haga de la manera menos traumática para sus habitantes.
Aunque la historia se mueve a su ritmo -desesperante para muchos-, una rebelión de los pequeños, de los inconformes y los segregados, intenta darle hoy un nuevo compás en esta isla. El hombre que enflaquece sin probar comida sobre la cama de un hospital, la mujer vestida de blanco que recorre las calles con un gladiolo o el académico que echa a circular un correo electrónico con sus críticas son los héroes de este momento. A sus rostros quizá no se les da bien el encuadre de una foto, sus voces desafinan frente al micrófono y el estremecimiento sacude sus manos cuando están en público, pero sin dudas son los protagonistas del cambio en Cuba. Diminutas hormigas que están horadando desde abajo un muro que ha tardado cincuenta años en levantarse.
La prensa oficialista muestra a Ávila Link como una de “las más efectivas herramientas para garantizar el control y la seguridad de las redes”, pero es una verdadera trampa para cazar internautas. Desde hace un par de años esta aplicación informática ha estado instalada en los servicios de acceso a Internet de la mayoría de los hoteles habaneros. Tiene un aspecto rudimentario y pocos programas a disposición del usuario, pero su función principal es la de capturar toda la información privada de quienes hacen uso de sus servicios.
Entre sus principales limitaciones está la de no permitir la ejecución de ningún otro software ajeno a los programas contenidos en esta interfaz, creada en la provincia de Ciego de Ávila. Los usuarios no pueden llevar en sus memorias flash ninguna herramienta para proteger sus contraseñas, que se acumulan en una base de datos para su posterior revisión por la Seguridad del Estado. Las tarjetas de acceso a un terminal con Ávila Link, sólo se venden de una hora de duración y los minutos no parecen tener la duración estándar de 60 segundos sino mucho menos. Se vuelve muy complicado subir fotos o vídeos a través de esta minusválida aplicación. Una computadora central permite ver el escritorio de cada uno de los navegantes que colocan sin protección alguna sus claves de acceso a email, bancos o redes sociales. La propagación de Ávila Link por los terminales con acceso a internet de centros laborales y educativos, se enmarca en el deseo del gobierno de controlar la entrada a la gran telaraña mundial. Más que una herramienta facilitadora de la navegación online, es el espejismo de cabalgar libre aunque las riendas en realidad están muy apretadas.
Entre sus principales limitaciones está la de no permitir la ejecución de ningún otro software ajeno a los programas contenidos en esta interfaz, creada en la provincia de Ciego de Ávila. Los usuarios no pueden llevar en sus memorias flash ninguna herramienta para proteger sus contraseñas, que se acumulan en una base de datos para su posterior revisión por la Seguridad del Estado. Las tarjetas de acceso a un terminal con Ávila Link, sólo se venden de una hora de duración y los minutos no parecen tener la duración estándar de 60 segundos sino mucho menos. Se vuelve muy complicado subir fotos o vídeos a través de esta minusválida aplicación. Una computadora central permite ver el escritorio de cada uno de los navegantes que colocan sin protección alguna sus claves de acceso a email, bancos o redes sociales. La propagación de Ávila Link por los terminales con acceso a internet de centros laborales y educativos, se enmarca en el deseo del gobierno de controlar la entrada a la gran telaraña mundial. Más que una herramienta facilitadora de la navegación online, es el espejismo de cabalgar libre aunque las riendas en realidad están muy apretadas.
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