El individuo debe -pero no puede- liberarse de la explotación del poder. La lucha es contra la explotación del gobierno e instituciones asociadas. Todo grupo humano nace currupto en el mismo momento de sus constitución, porque el pecado es la esencia el individuo y se fortalece y autolegaliza en grupo. No lo tienen que ver como un concepto religioso( el pecado com error conductual que lleva a la condenación) pero sí ver su esencia : la falta de rectitud y de amor.
El individuo no está mejor hoy que en la Edad Media, salvo porque se vive más y hay más recursos tecnológicos. Desde los señores de la tierra, el estado ha crecido monstruosamente y nos ahoga en impuestos estatales y locales. No entraré a desglosar qué cosas buenas hacen hacen con el dinero que pagamos, porque estamos obligados a pagarlo, y a pagarles sus propios sueldos, que suelen ser de por vida en la medida en que un funcionario no pierde su puesto de trabajo en casi ningún país. La obligación de pagarles - bajo delito penal- nos alivia la culpa de que con nuestro dinero se fabrican armas, crean y prepertúan guerras y se crean en laboratorios ideológicos modos cómo que gastar nuestras fuerzas y sentirnos victoriosos y liberados. No se trata de lucha pro o contra capitalismo o comunismo, de pro o contra determinado equipo de fútbol , de pro o contra matrimonio gay, de pro o contra racismo, de pro o contra palestinos o israelíes, socialistas o derechistas, demócratas o republicanos. Se trata de liberarnos sin poder del sangramiento estatalizado, de la obligación impositiva y del bombardeo ideológico que perpetúe la creencia en la bondad de cumplir como ciudadanos solidarios y dispuestos a la delación con el teatro su legalizado pero ilegítimo de dar nuestro diezmo. Comunismo y capitalismo usan métodos muy diversos. El primero directamente es tu empleador y decide si y dónde trabajas y cómo tu sueldo depende de tu complicidad con toda bajeza ideológica contra quien sea de entre tu propio prójimo que propongan. Tus constantes vitales y jugos gástricos son mantenidos en mínimos vitales, como ganado que eres, pero con frecuencia peor que algunos veterinarios a su ganado animal.
Las economías de libre mercado tienen otra forma más retorcida, basada en pagarte más, para luego extraértelo de vuelta. Pagas para poder trabajar, por vender y por comprar; pagas por permisos para todo, desde vender patatas que cultivaste con el sudor de tu frente, hasta tener que cobrarle una tasa al vecino al que pintaste la casa, para dársela al gobierno. A dicha explotación impositiva se suma la de los servicios bancarios por recibir tu sueldo y por transferir dinero, te obligan a pedir crédito y crearte deudas con las que ellos crean su riqueza y dinero ficticio. Cuando crees que te prestan dinero, eres tú quien les da ese dinero pero en mucho mayor cantidad. El estado y los bancos no son la única corrupción porque no son el único poder. Una de las sangrías mayores es la de los servicios energéticos, como gasolina, agua, gas y electricidad. En España acaban de anunciar multas de 30 millones de euros a aquel que se atreva a mantenerse energéticamente de modo independiente. ¿Para qué molestarme en llamar a esto fascismo si debería estar claro, si todos los otros fascismos son legales y consticionalmente obligatorio? ¿Para qué, si hay que empezar por lograr que la gente se crea la noticia, si cualquier lucha contra esto tardaría lustros en producir logros, y para cuando se den estos habrán concebido ya, por ejemplo, el encarecimiento exponencial del agua justiicado con las consabidas monsergas del efecto global?
El movimiento hippie entonces, como hoy el verdismo ecológico anti-nuclear, fueron concebidos en laboratorios ideológicos que utilizan a la llamada izquierda, siempre dispuesta a creerse aurora de descubrimientos rompedores, para su extensión viral. Por supuesto el stablishment lucha contra ellos para darle legitimidad. Ayer se necesitaba adormecer a la juventud ardorosa que protestaba contra la guerra de Vietnam y la guerra fría, hoy se trata de vender la milonga de la carencia de recursos energéticos y de oponerse a los transgénicos.
El individuo de hoy, aun si fuera consciente de cómo lo sangran, no tiene cómo mudarse a un pueblo idílico cerca de una catarata que le genere electricidad para tener internet y meterse en Facebook y contar como le va con la cría de gallinas y el cultivo de tomates, porque llegaría papá estado a reclamar la tierra, el agua del río poniéndole una decena de pistolas de impuestos en la cabeza.
Esto no es ninguna teoría conspirativa, es la misma realidad..